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jueves, 27 de enero de 2011

Palabras de Sancho Panzo: La Poesía

La poesía, señor Hidalgo, a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca edad, y en todo extremo hermosa, a quién tiene cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y en ella se ha de servir de todas, y todas se han de autorizar con ella; pera esta tal doncella no quiere ser manoseada, ni traída por las calles, ni publicada por las esquinas de las plazas ni por los rincones de los palacios. Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quién la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio; hala de tener el que la tuviere a raya, no dejándola correr en torpes sátiras ni en desalmados sonetos; no ha de ser vendible en ninguna manera; si ya no fuere en poemas heróicos, en lamentables tragedias, o en comedias alegres y artificiosas; no se ha de dejar tratar de los truhanes, ni del ignorante vulgo, incapaz de conocer ni estimar los tesoros que en ella se encierran. Y no penséis, señor, que yo llamo aquí vulgo solamente a la gente plebeya y humilde; que todo aquel que no sabe, aunque sea señor y príncipe, puede y debe entrar en el número de vulgo; y así el que con los requisitos que he dicho tratare y tuviere a la poesía, será famoso y estimado su nombre en todas las naciones políticas del mundo.


El ingenioso Hidalgo Don Quijote De La Mancha Parte 2 Cap XVI

lunes, 17 de enero de 2011

"COMO LA CIGARRA" Maria Elena Walsh

Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aquí
resucitando.
Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal,
porque me mató tan mal,
y seguí cantando.
Cantando al sol,
como la cigarra,
después de un año
bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.
Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui,
solo y llorando.
Hice un nudo del pañuelo,
pero me olvidé después
que no era la única vez
y seguí cantando.
Cantando al sol,
como la cigarra,
después de un año
bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.
Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás
cuántas noches pasarás
desesperando.
Y a la hora del naufragio
y a la de la oscuridad
alguien te rescatará,
para ir cantando.
Cantando al sol,
como la cigarra,
después de un año
bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.




GRACIAS POR TANTAS PALABRAS, RECUERDOS, SENSACIONES, LAGRIMAS Y POR SOBRE TODO...  
           GRACIAS POR SEGUIR CANTANDO...
[laberinto.jpg]

domingo, 16 de enero de 2011

De Eva Nazar

eva dijo...

Muchas veces el coraje está dominado por el miedo, el mismo que anula a la razón y esclaviza a la libertad...
Yo.

miércoles, 5 de enero de 2011

Pensamientos...

       Los puentes de mi conciencia
están desplegados de sus extremos
y flotan en el aire tibio
como cosas dispersas

      unas tremendas manos vacías
sobresaltan mi soledad
haciéndola aún mas inexistente
pronunciando a tientas
las sucesivas muertes de mi alma
mi alma de jarrón

      hoy veo sólo la espuma
sobre la que retozan
los enternecidos desechos de mi esqueleto


                                   LUIS ALBERTO SPINETTA    
Si un hombre quiere estar seguro de la ruta que sigue tiene que cerrar los ojos y marchar en la oscuridad.
SAN JUAN DE LA CRUZ
La muerte de todo hombre me disminuye, porque yo soy parte de la humanidad.
No preguntes nunca por quién doblan las campanas: doblan por ti.    JOHN DONNE

Pensamientos...

“¿No es todo llorar un quejarse? ¿Y no es todo quejarse un acusar?” Así te dices, alma mía, y por eso prefieres sonreir a exteriorizar tu pena.      NIETZSCHE
Dos son las obras que dejan en pos de sí los hombres: una la obra en sí misma y la otra la imagen que del hombre se forman los demás.   JORGE LUIS BORGES
 Cuando no se tiene el coraje de vivir como se piensa, se termina por pensar como se vive.   
VICTORIA OCAMPO
Cuando la vida no le otorga a alguien el objeto de su felicidad éste se consuela pensando que había podido recibirlo.   SOREN KIERKEGAARD
Me parece justificadisimo que una mujer hermosa (cuya belleza ya es una continua felicidad) viva en continuo aniversario y veinticinco de mayo de esa belleza.     JORGE LUIS BORGES

La Libertad por Schopenhauer

-Son ahora las seis de la tarde, he acabado mi trabajo; ahora puedo irme a pasear, o al casino, o subir a una torre para ver la puesta del sol.
También puedo ir al teatro, o visitar a cualquier amigo, y hasta marcharme de la ciudad, irme por el mundo, y no volver nunca… Todo eso depende de mí, tengo libertad para obrar a mi antojo, pero no haré nada de eso, y me meteré voluntariamente en mi casa, donde me estaré con mi mujer.

Lo mismo es eso que si dijera el agua:
- Puedo levantarme ruidosamente en altas olas (sí, cuando la tempestad agita el mar), o bajar en precipitada carrera, atropellándolo todo a mi paso (sí, en el cauce de un torrente), o caer entre borbotones y espuma (sí, en un cascada), o elevarme por los aires, libre como un rayo (sí, en un surtidor) o evaporarme y desaparecer (sí, con 100 grados de calor): pues nada de eso haré, sino que por mi gusto permaneceré tranquila y límpida en un lago.
Como el agua no puede transformarse así más que cuando causas determinantes la llevan a uno u otro de esos estados, de igual modo no puede el hombre hacer lo que cree que está en su mano más que cuando ello le determinan motivos particulares. Hasta que intervenga una causa, no le es posible ningún acto; pero cuando obran éstas sobre él, debe, lo mismo que el agua, hacer lo que exijan las circunstancias correspondientes a cada caso.
Su error, y en general la ilusión procedente de la falsa interpretación del testimonio de la conciencia, de que en un instante dado puede hacer lo que le parezca, se basa, mirándolo despacio, en el hecho de que su imaginación no puede hacer presente más que una imagen a la vez, la cual, cuando se le parece, excluye a las demás. Si se representa ahora el motivo de una de esas acciones propuestas como posibles, nota inmediatamente la influencia de ella sobre su voluntad, solicitada por dicho motivo; el término técnico para designar ese movimiento es veleidad. Pero cree que puede transformar esa veleidad en volición, es decir, llevar a cabo la acción que considera en la actualidad, y en eso consiste su ilusión. Porque en cuanto la reflexión intervenga y traiga a su memoria los motivos que influyen en él en diversos sentidos, o los motivos contrarios, verá que no puede realizar tal acción.
Mientras los motivos que se excluyen mutuamente se suceden así ante su espíritu, con el perpetuo acompañamiento de la afirmación interior –puedo hacer lo que quiera-, muévese la voluntad como una veleta en un soporte bien engrasado cuando varía el viento: gira en dirección a cada motivo que la imaginación le representa; todas las posibilidades influyen sucesivamente en ella y cada vez cree el hombre que está en su mano querer tal o cual cosa, y dejar a la veleta fija en tal o cual postura, lo cual es pura ilusión. Porque su afirmación –puedo querer esto- es realmente hipotética, y debe complementarla, añadiendo: -si no prefiero lo otro-. Y esta restricción basta por sí sola para invalidar la hipótesis de un poder absoluto del yo sobre la voluntad.

El amor y otras pasiones: La libertad. Arthur Schopenhauer, Ed. El Ateneo

Mozart, eternidad y belleza


En las pequeñas ciudades y pueblos del Tirol, Salzkammergut y Carintia, donde los espíritus del Norte y del Sur se han mezclado durante tantos miles de años, viven unas gentes que no son ni italianos ni a alemanes, sino una curiosa mezcla de ambas razas. Su idioma, sus modales, sus costumbres, toda su perspectiva de la vida son diferentes de los de sus vecinos. Han desarrollado un arte propio. Sus iglesias, sin tener en cuenta la época en que fueron construidas, tienen un carácter tan típico de aquellos valles, que, una vez que se han visto, nunca se olvidan. Sus pintores locales han descubierto un modo de decorar casas y muebles con dibujos que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo. Cada pueblo y cada ciudad tienen un mercado rodeado de algunas tiendas, una botica, una vieja posada. En medio de la plaza del mercado se alza una fuente que proporciona al lugar su agua potable, agua pura de los arroyos de las montañas vecinas.
Todos los mejores esfuerzos de los escultores y de los herreros se han concentrado en aquella fuente pública, que está generalmente rematada por una imagen de la Virgen y el Niño Jesús, los dos esculpidos sin la austeridad que fue tan típica de los antiguos góticos. Desde por la mañana temprano, hasta bien avanzada la noche, la plaza es el centro de la vida comunal. Los chalanes llegan para dar de beber a sus caballerías. Mozas y mozos se reúnen para llenar sus cántaros. Pero hasta cuando no hay nadie allí, el alegre sonido argentino del agua, corriendo con tan generosa abundancia, llena aquella menuda plaza del mercado de una profunda sensación de seguridad terrenal y de bienestar espiritual. Allí no hay bullicio. Las montañas de blancas cimas conservan al resto del mundo a una distancia prudencial, y el sentimiento reinante es el de la armonía y de la paz, y la tranquila y feliz aceptación de cualquier destino que el señor, con su sabiduría, quiera dispensar a sus amantes hijos.
La música de Mozart es como el agua que brota de esas gratas fuentes. Empezó en algún lugar, entre las cimas lejanas de las montañas circundantes. Se precipitó hacia abajo, entre los bosques y los prados de las viejas colinas familiares. Luego se la recogió en la mano. Fue domada; se la modeló para que pudiera convertirse en una bendición para toda la humanidad, en un manantial de inspiración y de eterno goce para aquellos que no han olvidado la risa y los sencillos placeres de los días de su infancia.

H.W. Van Loon "Las Artes", Lmiracle editor Pag. 587-588

martes, 4 de enero de 2011










SABIAS QUE...


Lewis Carrol autor de Alicia en el País de las Maravillas era el seudónimo del matemático reverendo Charles Lutwidges Dodgson quién, a pesar de no ser muy brillante en esta ciencia exacta, enseño durante veintisiete años en Oxford. Al unir la matemática a su gran poder creativo, este poeta demostró que, cuando la capacidad es rica, dos caminos tan opuestos como la fantasía y la matemática se encuentran dentro de una mente creativa y sana y pueden trasmitir a los hombre grandes contenidos de conocimientos

SABIAS QUE...

Hasta el principio de la era Cristiana, el budismo indio había dado un arte lleno de encanto, pues había sido inspirado por el animalismo eterno de la India. Sin embargo, ninguno de los artistas de las escuelas de escultura propiamente indias había osado hacer figurar la imagen de Buda, pareciéndose en esto a los musulmanes que tampoco representan a las de Alá o Mahoma. Indudablemente, había en esto algo más que una cuestión de respeto, pues resultaba lógico que se viera una contradicción en el querer resucitar por medio de la imagen a aquel que había sido definitivamente =nirvanado=, es decir, =despersonalizado=. Así pues, en las escenas de su vida se reemplazaba la imagen de Buda por cierto número de símbolos convencionales. Pero cuando el helenismo se hubo implantado en el oeste de la India, primero bajo los reyes griegos sucesores de Alejandro el Grande en dichas regiones y después bajo los reyes indoescitas, sucesores de los reyes griegos, que eran a su vez netamente helenizantes, los puntos de vista cambiaron. Los griegos convertidos al budismo experimentaron la necesidad de representar realmente a Buda, así modelado en los albores de nuestra era, en la región de Pechaver, o sea el antiguo Gandhara, fue un Apolo al que se habían añadido las características rituales: el punto de sabiduría entre los dos ojos, el alargamiento del lóbulo de las orejas (debido a los pesados pendientes llevados por Buda cuando era príncipe) y , finalmente, el rodete del turbante de moños que, al prescindirse de este tocado, se convirtió en una protuberancia craneana.
Tales son los budas griegos, de perfil simplemente apolíneo y ropaje sencillamente helénico, que han vuelto a la luz del sol en centenares de excavaciones practicadas en la antigua Ghandara, y más al oeste, entre Pechaver y Cabul, en Hadda (los últimos abundantemente representados en el museo Guimet). Y fue este mismo tipo de Buda el que se transmitió de siglo en siglo y fue extendiéndose a través del Asia central hasta la china y el Japón, dando origen a los innumerables Budas de Extremo Oriente. Como es natural, durante este inmenso viaje a través del espacio y del tiempo, el tipo griego original se fue modificando y acabó por achinarse; pero aun en este caso conservará a menudo en sus modificaciones sucesivas, en la rectitud del perfil y en la disposición de los vestidos, el lejano recuerdo de sus orígenes helénicos. 
Historia de China Cap. Revelación del Budismo, Pag. 79-80 René Grousset

Enviado por Eva

Vosotros miráis hacia arriba cuando buscáis elevación, yo miro hacia abajo, porque estoy elevado. Decidme, ¿quién de vosotros puede reír y a la vez estar elevado? El que asciende a las más altas montañas se ríe de todas las tragedias: de las del teatro y de las de la vida.

lunes, 3 de enero de 2011

domingo, 2 de enero de 2011

Temor y Temblor de Soren Kierkegaard

El joven Tobías desea desposar a Sara, hija de Raquel y Edna. Pero la joven vive en una triste fatalidad. Ella ha sido dada a siete esposos, todos los cuales han perecido en la cámara nupcial. Para mí, éste es el punto débil del relato, porque el efecto cómico es casi inevitable si se piensa en las siete vanas tentativas de matrimonio de una joven siete veces casi al borde del éxito; sería como el estudiante que está puesto sobre otro punto; de allí el recurso al número elevado de siete tentativas con su aporte trágico; porque la nobleza del joven Tobías es tanto más grande cuanto por una parte es hijo único (6,15) y por otra un motivo tan grande de temor se impone a él. Es menester por consiguiente apartar este dato. Sara es entonces una joven que jamás ha amado, aun conserva la felicidad de la muchacha que en cierto modo es su precioso titulo de prioridad en la vida, su “Carta de crédito a la felicidad”: ella ama a un hombre con todo su corazón. Sin embargo es la más desgraciada de todas las jóvenes porque, ella lo sabe, el malvado demonio prendado de ella quiere matar a su novio la noche de bodas. He leído muchas historias tristes, pero dudo que haya habido en alguna parte una tristeza comparable a la de la vida de esta jovencita. Sin embargo, si la desgracia viene de fuera puede hallarse algún consuelo. Cuando la vida no le otorga a alguien el objeto de su felicidad éste se consuela pensando que había podido recibirlo. ¡Pero la insondable tristeza que el tiempo jamás podrá disipar o curar, esa tristeza de saber que no hay auxilio aunque la vida lo colme de favores! Un autor griego oculta un mundo de pensamientos en estas palabras tan simples y tan ingenuas: “Pues nadie ha escapado ni escapará jamás al amor, en tanto exista belleza y ojos para ver” (Longi Pastoralia, Prólogo,4). Muchas jóvenes han sido desgraciadas en el amor, pero llegaron a serlo; Sara lo fue antes de llegar a serlo. Es muy duro no tener a quien poder entregarse, pero es indecidiblemente duro no poder entregarse. Una joven se da y entonces se dice que ella ya no es más libre; pero Sara jamás fue libre, aunque ella jamás se dio. Pero Sara fue engañada antes de haberse dado. ¡Qué mundo de tristezas no hay en perspectiva cuando Tobías quiere a todo trance desposarla a Sara! ¡Qué ceremonias! ¡Qué preparativos! Ninguna joven fue engañada como Sara; porque ella viose arrebatar la felicidad suprema, la absoluta riqueza que es dote aun de la más pobre, se vio privada del don de sí misma, al cual uno se abandona con una confianza inagotable, sin límites, desenfrenada, porque fue menester ante todo hacer subir el humo colocando el corazón y el hígado del pescado sobre carbones ardientes (Tobías, cap. 8). Y cúal no será la separación de la madre del lado de su hija cuando ésta, defraudada en todo, debe todavía como consecuencia privarla de su más bella esperanza. Léase el relato. Edna ha preparado la cámara nupcial; hacia allí conduce a Sara y llora y recoge las lágrimas de su hija. “! Valor, hija mía!, le dice “!Que el señor del cielo y de la tierra trueque esta tristeza en alegría! ¡Valor hija mía! y léase todavía el relato del instante del desposorio, si las lágrimas no nublan ya la vista: “mas cuando los dos encontráronse solos, Tobías abandonó el lecho y dijo: ¡Levántate, hermana mía! y roguemos al señor tenga piedad de nosotros” (8.4)
Si un poeta leyese esta historia y se inspirase en ella, apuesto cien contra uno a que pondría todo el acento sobre el joven Tobías. Vería un hermoso tema en este heroísmo donde se arriesga la vida en un tan evidente peligro que la historia recuerda una vez más cuando a la mañana siguiente de la boda Raquel dice a Edna: “Envía una sierva para ver si está vivo, con el fin de que, si ha muerto yo lo entierre, y nadie sepa nada” (8.13). Me permito, sin embargo, proponer otra cosa. Para un caballero de corazón bien templado templado Tobías obra valerosamente y quien no tiene ese valor es un poltrón tan ignorante del amor como de su condición de hombre; no sabe qué vale la pena de ser vivido; tampoco ha comprendido el pequeño misterio de que es mejor dar que recibir; no tiene ninguna idea de la grandeza de este pensamiento; que es mucho más difícil recibir que dar, bien entendido, cuando se ha tenido el valor de aceptar la privación sin llegar a perder el coraje en el instante de la angustia. No; la heroína de este drama es Sara. Es a ella a quien quiero aproximarme como jamás me he acercado a una joven, o como jamás he tenido en mi espíritu la tentación de llegar a aquellas cuya historia he leído. Pues ¡qué amor hacia Dios no es menester para querer dejarse curar cuando de tal modo se ha caído desde un principio en desgracia sin haber faltado, cuando se es desde el primer momento en ejemplar malogrado de la humanidad! ¡Qué madurez moral no es necesaria para asumir la responsabilidad de permitir al ser amado semejante esfuerzo! ¡Qué humildad frente al próximo! ¡Qué fe en Dios para no odiar en el instante siguiente a aquel a quien debe todo! Pág. 115-118.