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miércoles, 29 de diciembre de 2010

La Inteligencia de las Flores Pag 158 - 164 (La mujer) MAURICIO MAETERLINCK

La mujer parece más sujeta que nosotros a los destinos, y los sufre con una sencillez mucho más grande, No lucha nunca sinceramente contra ellos. Está más cerca de Dios y se entrega con menos reserva a la acción pura del misterio. Y por eso, sin duda, todos los acontecimientos de nuestra vida en que ella interviene parecen conducirnos hacia algo que semeja las fuentes mismas del Destino. Es a su lado, sobre todo, donde tenemos a veces, de paso,  “un claro presentimiento” de una vida que no siempre parece paralela a la vida aparente. Ella nos acerca a las puertas de nuestro ser. ¿Quién sabe si no fue en uno de esos instantes profundos en que durmieron sobre su seno cuando los héroes conocieron la fuerza y la fidelidad de su estrella, y si el hombre que nunca descansó sobre el corazón de una mujer tendrá jamás el sentimiento exacto del porvenir?
Entramos una vez más en los turbados círculos de la conciencia superior. ¡Ah! ¡Cuan cierto es que en esto también “la supuesta psicología es una de esas larvas que han usurpado, en el santuario, el puesto reservado a las verdaderas imágenes de los Dioses”! Porque no siempre se trata de la superficie; no se trata siquiera de las intenciones ocultas mas graves. ¿Creéis por ventura que en el amor no hay más que pensamientos, actos y palabras, y que las almas no salen de esas prisiones? ¿Necesito yo saber si la que hoy abrazo es celosa y fiel, risueña o triste, sincera o pérfida? ¿Os imagináis que esas míseras palabras van a subir hasta las cúspides en que nuestras almas están sentadas y que nuestro destino se cumple en silencio? ¿Qué me importa que me hable de lluvia o de joyas, de plumas o de alfileres, y que parezca no comprenderme? ¿Creéis que yo tenga sed de una palabra sublime, cuando siento que un alma me mira en el alma, y que no sepa que los pensamientos más admirables no tienen derecho a levantar la cabeza en presencia de los misterios? Me hallo siempre al borde del océano; y si yo fuese Platón, Pascal o Miguel Ángel, y mi amada me hablase de sus pendientes, todo lo que dijera, todo lo que ella me dijese, flotaría con el mismo aspecto sobre las profundidades del mar interior que contemplamos uno en otro. Mi pensamiento más elevado no pesará en la balanza de la vida o del amor más que las tres palabritas que la criatura que me amaba me había dicho sobre sus sortijas de plata, sobre su collar de perlas o de pedazos de vidrio.
Somos nosotros los que no comprendemos, porque nos hallamos siempre en lo más bajo de nuestra inteligencia. Basta subir hasta las primeras nieves de la montaña, para que todas las desigualdades se allanen bajo la mano purificadora del horizonte que se abre. ¿Qué diferencia hay, entonces, entre una palabra de Marco Aurelio y la frase de un niño que dice que hace frio? Seamos humildes y sepamos distinguir el accidente de la esencia. Es preciso que “los palos flotantes” no nos hagan olvidar los prodigios del abismo. Los pensamientos más bellos y las ideas más bajas no alteran el aspecto eterno de nuestra alma, como los Himalayas o los abismos no modifican, en medio de las estrellas del cielo, el aspecto de nuestra tierra. Una mirada, un beso y la certeza de una presencia invisible y poderosa: está dicho todo; y sé que estoy al lado de una igual…
Pero la igual es verdaderamente admirable y extraña; y desde el momento que ama, la última de las mujeres posee algo que nosotros nunca tenemos, porque en su idea, el amor es siempre eterno. ¿Es por eso por los que todas tienen, con los poderes primitivos, relaciones que nos están vedadas? los mejores de entre nosotros se encuentran siempre a grandes distancias de sus tesoros del segundo recinto; y, cuando un momento solemne de la vida exige uno de los joyeles de ese tesoro, no se acuerdan ya de los caminos que a él conducen, y ofrecen en vano joyas falsas de su inteligencia a la circunstancia imperiosa que no se equivoca. Pero la mujer no olvida el camino de su centro, y , tanto si la sorprendo en la opulencia como en la miseria, en la ignorancia como en la ciencia, en el oprobio como en la gloria; si le digo una palabra que salga realmente de los abismos vírgenes de mi alma, ella sabrá encontrar de nuevo las sendas misteriosas que nunca perdió de vista, y, sin vacilaciones, me traerá simplemente, del fondo de las inagotables reservas del amor, una palabra, una mirada o un gesto que será tan puro como el mío. Diríase que su alma está siempre al alcance de su mano, está pronta, día y noche, a responder a las más altas exigencias de otra alma; y el tributo de las reinas…
Acerquémonos con respeto a las más humildes y a las mas altivas, a las que están distraídas y a las que piensan, a las que aun ríen y a las que lloran; porque ellas saben cosas que nosotros no sabemos, y ellas tienen una lámpara que nosotros hemos perdido. Ellas habitan al pie mismo del Inevitable y conocen mejor que nosotros los caminos que a él conducen. Por esto tienen certidumbres asombrosas y gravedades admirables, y se ve que, en sus menores actos, se sienten sostenidas por las manos seguras y fuertes de los grandes Dioses. Hace poco afirmaba yo que nos acercan a las puertas de nuestro ser, y verdaderamente se creería que todas nuestras relaciones con ellas tienen efecto por la abertura de esa puerta entornada y primitiva, y en los cuchicheos incomprensibles que acompañaron sin duda al nacimiento de las cosas, cuando aun no se hablaba más que en voz baja, por temor de oír una prohibición o una orden imprevista…
No pasará el umbral de esa puerta, y nos espera en el interior, donde se encuentran las fuentes. Y cuando venimos a llamar por fuera, y ella abre, su mano no abandona jamás la llave ni la hoja de la puerta. Guarda un instante al enviado que se acerca, y, en aquel breve momento, se ha enterado de todo lo que debe saber, y los años futuros se han estremecido hasta el fin de los tiempos… ¿Quién es capaz de decir lo que contiene la primer mirada del amor “esa varilla mágica hecha con un rayo de luz roto”, rayo salido del foco eterno de nuestro ser, que ha transfigurado dos almas y se ha rejuvenecido de veinte siglos? La puerta se abre o se cierra otra vez; no hagáis ningún esfuerzo, porque todo está decidido. Ella lo sabe. Ella no tendrá en cuenta vuestras acciones ni vuestras palabras ni vuestros pensamientos, y si aun las observa, no lo hará sino sonriendo; rechazará, sin saberlo, todo lo que no venga  a confirmar las certidumbres de aquella primera mirada. Y si creéis inducirla en error, sabed que tiene razón contra vos mismo y que solo vos erráis, porque sois más realmente lo que sois a sus ojos de lo que creéis ser en vuestra alma, aun cuando se equivoque sin cesar sobre el sentido de una sonrisa, de un gesto o de una lagrima…
¡Tesoros ocultos, que ni siquiera tienen nombre!...
Yo quisiera que todos los que experimentaron que son malas los proclamasen a su vez y nos dijesen sus razones, y si esas razones son profundas, nos sorprenderán e iremos muy lejos en el misterio. Son verdaderamente las hermanas violadas de todas las grandes cosas que no se ven. Son verdaderamente las parientas más próximas del infinito que nos rodea y son las únicas que saben sonreírle con la gracia familiar del niño que no teme a su padre. Conservan en la tierra, como un joyel celeste e inútil, la sal pura de vuestra alma: y si se fueran, el espíritu reinaría solo en un desierto. Sienten aun las emociones divinas de los primeros días, y sus raíces penetran más directamente que las nuestras en todo lo que nunca tuvo límites. Compadezco verdaderamente a los que se quejan de ellas, pues no saben en qué alturas se encuentran los besos verdaderos. Y sin embargo ¡Que poca cosa parecen cuando los hombres las miran de paso!
Las ven agitarse, en el fondo de sus pequeñas moradas: ésta se inclina un poco; aquella solloza; la de más allá canta; la ultima borda; y ni uno solo comprende lo que hacen!...
Vienen a visitarlas, como se visitan cosas risueñas: no se acercan a ellas sino con el espíritu en acecho, y el alma no puede entrar sino por una gran casualidad.
Las interrogan con desconfianza, y ellas no les dicen nada porque ya lo saben; y ellos se van encogiéndose de hombros, persuadidos de que ellas no comprenden…
“Pero ¿Qué necesidad tienen de comprender eso, nos contesta el poeta que siempre tienen razón; qué necesidad tienen de comprender a esas almas bienaventuradas que han elegido la parte mejor y que, como una pura llama de amor en este mundo terrestre, no resplandecen sino en el remate de los templos o en la cima de las naves errantes, en señal del fuego celeste que inunda todas las cosas?
Con frecuencia, esas criaturas que aman sorprenden, en horas sagradas, admirables secretos de la naturaleza y los revelan con una ingenuidad consciente.
El sabio sigue sus huellas para recoger todas las joyas que en su inocencia y en su alegría sembraron por los caminos. El poeta, que siente lo que ellas sienten, ensalza su amor y procura, con sus cantos, transportar ese amor, germen de la edad de oro, a otros tiempo y a otras regiones.”
Porque lo que ha dicho de los místicos se aplica sobre todo a las mujeres que nos han conservado ahora el sentido místico en la tierra.
PD: Mientras lee recomiendo escuchar esta canción.

Saludos y gracias!

martes, 28 de diciembre de 2010

La creación

Los sabios ayudan a responder las preguntas que nos producen angustia, en el difícil andar de esta vida...

La palabra de Pablo Neruda

De Confieso que he vivido 


…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Que buen idioma el mío, que buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Éstos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de la tierra de las barbas, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras. 

Los Evangelios Apócrifos (EL EVANGELIO ARMENIO DE LA INFANCIA CAPITULO XX)

Gamaliel expuso: Escúchame, hijo mío, y lee tal como yo te indique. Y comenzó a nombrar las letras. Mas Jesús lo hizo observar: Maestro, hablas de tal suerte, que no entiendo lo que dices. Esa palabra que acabas de pronunciar, me parece un término de otro idioma, y no lo comprendo. Gamaliel repuso: Es el nombre de la letra. Jesús objetó: Conozco la letra, pero dame su explicación. Gamaliel replicó: ¿Y qué interpretación soportaría esta letra por sí misma? Jesús preguntó: ¿Por qué la primera letra tiene otro aspecto, otra forma y hasta otra figura que las demás? Respondió Gamaliel: Es para que merced a esa circunstancia, hable a nuestros ojos, de modo que la veamos bien, la reconozcamos bien, la discernamos bien, y luego podamos determinar adecuadamente su sentido. Y Jesús dijo: Hablas con cordura y con acierto, pero explícame lo que te pido. Yo sé que toda letra tiene un rango definido, en que se manifiesta su sentido misterioso, que es único y determinado para cada letra. Y gamaliel advirtió: Los antiguos doctores y sabios no han parado su atención en otra cosa que en la forma de la letra y en su nombre. Jesús dijo: Lo sé perfectamente, y lo que quisiera que me procurases es la explicación de la letra. El maestro interrogó: ¿Qué quieres significar con esa petición, que no comprendo? El niño contestó a esta interrogación con otras tres: ¿Qué es la letra? ¿Y qué es la palabra? ¿Y qué es la frase? Y Gamaliel se humilló, diciendo: Dejo a tu cargo la respuesta, porque yo la ignoro. Al oír esto, José se indignó en su alma, y dijo a Jesús: Hijo mío, no repliques así a tu maestro. Comienza por aprender, después de lo cual, sabrás. Y, hecha esta recomendación, se fue silenciosamente a su casa, y contó a María lo que había oído decir, y visto hacer a Jesús. Y ella se entristeció mucho, y le dijo: Ya te advertí de antemano que no se dejaría instruir por nadie. Mas José la tranquilizó, diciendo: No te aflijas, que todo ocurrirá como Dios disponga, Y, al salir de la casa del maestro, José había dejado al niño en el mismo lugar que ocupaba. Y Jesús, tomando la tableta, sin decir nada, se puso a leer, primero las letras, luego las palabras, y finalmente las frases. Y depositó la tablilla ante Gamaliel, y dijo: Maestro, conozco las letras que has escrito. Ahora escribe por su orden las demás letras hasta completarlas todas. Y, prosternándose ante Gamaliel, tomó otra vez la tablilla, y leyó de la misma manera primero las letras, luego las palabras y finalmente las frases. Y nuevamente depositó la tablilla ante Gamaliel, y dijo: Maestro, ¿Has acabado la serie de las letras que habías comenzado a formar? Gamaliel repuso. Sí, hijo mío. He aquí sus nombres reunidos ordenada e íntegramente. Y Jesús dijo: Maestro, todo lo que has escrito, lo he aprendido y lo sé perfectamente. Ahora, para mi instrucción, escríbeme otra cosa, a fin de que la aprenda y la sepa. Y gamaliel replicó: pero dame antes la interpretación de las letras, para que la conozca. Respondió Jesús, y dijo: ¿Tú eres maestro en Israel, y no sabes esto? Respondío Gamaliel y dijo: Todo lo que sé es lo que he aprendido de mis padres. Y Jesús expuso: La letra simple significa por sí misma el nombre de Dios. La palabra que nace de la letra, y que toma cuerpo en ella, es el Verbo encarnado. Y la frase que se expresa por la letra y la palabra, es el Espíritu Santo. De suerte que. En esta Trinidad, la letra simple o Dios engendra la palabra o Verbo, que se incorpora al Espíritu, el cual, al manifestarse, se afirma en la palabra enunciada.

BIENVENIDOS!

Les damos nuestra grata bienvenida a todos aquellos que deseen expresar con palabras, videos, canciones, dibujos o cualquier expresión artística sus sentimientos o la belleza de las palabras en si mismas, desde ya agradeceremos las opiniones, quejas o comentarios que nos ayuden a mejorar día a día este espacio que es el de todos, el espacio de la palabra...