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martes, 29 de marzo de 2022

TORMENTA GEOMAGNÉTICA . TIERRA. NASA. SOL (trend 1)

           No sedas a la fuerza estereotipada de aquellos recónditos espacios en donde ciertos astros denotan placer danzando gracias al fuego primero; fuego de creación, alboroto y sudor, previos al silencio. 

Mañana volverán a alinearse las distancias, ya nada será distinto a moverse tan solo un metro; hacia donde sea... en efectos espectrales que favorecen la quietud en movimiento; portales a la tierra, a la nasa, al sol, a la nueva vida y a la mismísima muerte, luego de saberse el por qué todo a sido fortuito, perfecto, heterogéneo y audaz, adulto y razonable, habremos sufrido duramente ciento cincuenta años de una niñez estúpida, habrán muerto millones por solo pretender jugar y jugar en un mundo que requería otro tipo de vida, Tormenta geomagnética, destellos que conmueven a la perfección misma, en esa danza que empezó aquel día, luego del proceso de unificación, luego de reconocerse con un solo idioma, cierta remembranza hedonista... alquimia insoportable para nosotros, los verdaderos hacedores, Dioses del verdadero mito, recuerden... la Tormenta geomagnética ha sido y seguirá siendo el SENTIDO de nuestra verdad... La conexión solo será en tierra, el maldito suelo es suyo, el aire nos pertenece y a la vez su lenguaje, su idioma, no deseen nuestros bienes... Repetimos nuestro deseo en viva voz: No sedas a la fuerza estereotipada de aquellos recónditos espacios en donde ciertos astros denotan placer danzando gracias al fuego primero.


OGAV

lunes, 24 de febrero de 2020

HABÍA UN VEZ UN TIRANO DE Ana María Machado


HABÍA UNA VEZ UN TIRANO
Ana María Machado
Algunos dicen que esta historia sucedió hace muchos, muchos años, en un país muy lejano. Otros aseguran que no, que sucedió hace muy pocos días, bien cerquita. Hay también quien jura  que está sucediendo todavía, en algún lugar. Y hay incluso quien cree que aún está por suceder.
Cuando la historia tiene documentos, papeles escritos en la época, cosas que dejan pistas, uno puede tener alguna certeza de cómo ocurrió todo. Basta con leer los diarios de aquel tiempo, o las cartas de las personas, o los mandatos del rey, o los tratados. Pero en una historia como la nuestra… no sé… resulta muy dificil saberlo. Porque nadie escribió nada. La historia pasó de la boca de uno al oído del otro, quedó en la memoria, y después salió de esa boca hacia otra cabeza. Y a veces, además, quien la cuenta la cambia un poquito.
Si un día ustedes oyen hablar de este caso, pero de otra manera, sepan que la culpa no es mía. Es del Tirano. Desde que él prohibió todo, ya no se podía tener papeles escritos, ni dibujos, ni coplas, ni música, ni bailes que contaran nada. Por eso, algunos se olvidaron de todo. Otros confundieron todo. Y si no fuera por los tres chicos, no sé lo que habría sucedido…


Pero ya estoy hablando de lo que sucede en el medio de la historia, antes de comenzar por el principio. Es porque no podía comenzar así: “Hace muchos, muchos años, en un reino muy lejano…”
Entonces voy a comenzar de otra manera. Con “Había una vez”. Ahí va.

Había una vez un reino. O una república. Esta es una de las cosas que nunca se supo bien. Pero no tiene mucha importancia. Lo importante es saber que había una vez un país muy alegre y entretenido, donbde las personas daban muchas opiniones sobre la manera en que querían vivir, aunque tampoco se preocupaban demasiado por eso. Elque mandaba era elegido por la gente; no sé si era presidente o primer ministro. Ese asunto de que todos dieran tantas opiniones a veces daba la impresión de que reinaba un completo desbarajuste, ya que todos querían hablar al mismo tiempo, cada uno gritaba más que el otro, a veces hasta discutían y peleaban, y no era posible estar siempre en orden y tranquilidad. Pero al final todo salía bien. Era así: cuando mucha gente quería una cosa, era esa cosa la que terminaban haciendo. Y el que no estaba de acuerdo podía llorar, rezongar, reclamar, enojarse, chillar, gritar, patalear, enojarse, chillar, gritar, patalear, pero en el fondo sabía que no le serviría de mucho, salvo para convencer a un monton de gente de que se pasara a su bando. Así estaban las cosas. Pero de vez en cuando, toda esa confusión y esas discusiones daban la impresión de un gran desbarajuste.
Fue por eso que apareció el Tirano. O Déspota. O Dictador. Tiene muchos nombres. Es decir, un hombre que no le preguntó a la gente si podía ser presidente o primer ministro, expulsó al que había sido elegido por la mayoría y se puso a dar órdenes y a mandar a todo el mundo, solo porque era el más fuerte. Al comienzo hasta hubo algunos que se mostraron satisfechos con él, porque pensaron que estaba arreglando un poco el desbarajuste y que ahora iba a haber orden para que las personas trabajaran en paz. Pero como el Tirano no escuchaba las opiniones de los demás, empezó a hacer barbaridades. Primero le molestó que cada uno tuviera una idea diferente.
-¿Dónde se ha visto? Por eso es que todos se lo pasan discutiendo en vez de trabajar.

Es una pérdida de tiempo…
Y ahí vino la orden:
-¡A partir de hoy, solo pueden tener las mismas ideas que yo!
Por supuesto, hubo gente que protestó:
-No estoy de acuerdo…¡Esto es absurdo!
-Y este tipo, ¿Quién se cree que es? ¿Pensará que tiene coronita?
No faltó un curioso que sugirió:
-Podríamos ir a preguntarle…
No sirvió de nada. Ahora ya no había el desbarajuste de antes. El que no estuvo de acuerdo marchó preso. O fue expulsado del reino. O intentó irse antes de que lo expulsaran. O se quedó muy quietito, con sus ideas bien guardadas en el rincón más profundo y escondido de la cabeza, y andaba silbando, disimulando, haciendo de cuenta que no tenía nada ahí adentro.
Después, al Tirano le molestó que cada uno usara colores diferentes:
-¿Dónde se ha visto? Por eso es que andan todos mal combinados, en vez de armonizar. No se necesita niel rojo, ni el amarillo, ni el azul ni nada de eso. Es pura pérdida de tiempo…
Y ahí vino la orden:
-A partir de hoy quedan prohibidos los colores.
Fue difícil, pero todos tenían miedo. ¿Qué iban a hacer? Era un aburrimiento. Todo igual. Las personas tuvieron que vestirse de gris. Los edificios, las calles, los automoviles se pintaron de gris ceniciento. Talaron casi todos los árboles, se acabaron las flores, desaparecieron los pajaritos y las mariposas. Cubrieron los jardines con cemento, asfaltaron la tierra, enlataron las verduras.
Las personas protestaban en voz baja:
-¡Esto no es posible! ¿Dónde se ha visto? Por cierto,”¿Dónde se ha visto?” era una de las cosas que más se preguntaban en aquel tiempo y aquel lugar, pero nadie respondía, nadie recordaba dónde se había visto antes, nadie reconocía aquella época, como si nunca hubiera existido nada parecido. ¿Dónde se ha visto? ¿Alguien lo sabe? ¿Alguien ha oído hablar de semejante cosa?
Pero había gente contenta, claro, gente que no recordaba haber vivido nunca en un reino tan bueno, tan prolijo. Los fabricantes de pintura gris, de cemento, de asfalto, de latas y de otras nuevas cosas útiles se frotaban las manos de alegría:
-¡Hurra! Ahora que ya está todo en orden, ¡Vamos a hacernos ricos! Este nuevo país parece un milagro.
Sí, eso parecía. O un maleficio. Todo grisáceo, todo sin discusión, todo de la misma idea y el mismo color.
Es decir, todo todo no… Nunca llegaba a ser todo. En el pecho del Tirano, por ejemplo, sobre su uniforme gris, había una colección de cintas de varios colores. Detrás de una que otra casa quedaba algún árbol, o un matorral. O una flor en una lata vieja, colgada encima de la pileta de lavar, en el fondo del terreno de atrás. Y no había manera, por más que se prohibiera, de terminar con el azul del cielo y el amarillo del sol. Bien que el Tirano lo intentó. Mandó que un montón de chimeneas y caños de escape arrojaran humo, y así el cielo estaba casi siempre gris y el sol no se veía. Pero, de vez en cuando, el viento lograba apartar una de aquellas pesadas nubes nuevas y las personas podían ver un pedazo de azul. Y soñaban con momentos felices o recordaban momentos agradables de otros tiempos.
Pero en general era un país grisáceo y aburrido. Muy aburrido. Más aún porque el Tirano hacía trabajar a todo el mundo sin descanso, porque todo  era muy caro, las personas ganaban muy poco, vivían muy lejos del empleo y los transportes eran muy malos, con trayectos muy complicados, que hacían perder mucho tiempo. Así, nadie tenía oportunidad de charlar, de buscar un lugar donde todavía hubiera verde, o de pensar.
De esa manera el Tirano controlaba a todos, seguro de que no había ningún peligro de volver al desbarajuste de antes.


Solo que a veces, a la noche, algún trabajador, aunque estuviera muy cansado, no se dormía enseguida. Sentía ganas de salir a buscar a un amigo para conversar. De charla en charla, las ideas aparecen. Y las conversaciones y las ideas son grandes enemigas de los Tiranos. Por eso, el Tirano decretó:
-Este asunto de quedarse haciendo reuniones molesta a los que quieren trabajar en paz, perjudica al país. Así, esto no anda. Queda prohibido.
Entonces, el que no quería caer en el sopor generalizado ni dormirse de una buena vez solo podía pensar, recordar y soñar. Y era eso lo que sucedía. Así, de vez en cuando, en alguna casa, por la noche se veía a alguien en una ventana o algún balcón, con aire pensativo, aprovechando que a esa hora había menos humo y se podían ver las estrellas. Como el Tirano no entendía mucho de ideas, creyó que la culpa de que las personas tuvieran pensamientos era de las estrellas. La verdad es que ya le resultaban antipáticas desde hacía algún tiempo, porque tenían la manía de brillar más que las estrellitas de metal que le colgaban del pecho, justo encima de las cintitas de colores de su ropa gris.
Y trató de prohibir también eso.
-¡A partir de hoy tendremos toque de queda!
Al comienzo, nadie sabía bien qué era:
-¿Toque de queda? ¿Qué es eso?
-Debe de ser un instrumento nuevo que toca alguien.
-O un nuevo baile, en el que hay que tocarse.
-O una manera nueva de quedarse haciendo algo…
Siempre había alguien, todavía, capaz de creer que alguna idea del Tirano iba a introducir una novedad para mejorar el reino. Pero cuando llegaba la explicación, la esperanza desaparecía:
-No es nada de eso. Quiere decir que, en cuanto oscurezca, todos deben irse a su casa, encerrarse y no salir hasta el amanecer. Y el que ande de noche por la calle irá preso.
Era así nomás. Estaban prohibidas las estrellas.
Pero aun sin poder ver colores ni estrellas diferentes de las del uniforme, sin poder reunirse ni tener ideas propias, había algunas cosas que las personas seguían haciendo.
Cantaban y pensaban.
Al principio cantaban melodías con palabras, canciones que ellas mismas creaban. Pero al Tirano siempre le parecía que esas palabras se inventaban para hablar mal de él, así que resolvió terminar con las nuevas letras:
-¡Se prohíbe inventar canciones nuevas!
Entonces las personas empezaron a cantar canciones conocidas y tonadas muy viejas:
-Aserrín, aserrán,
Los maderos de San Juan,
Piden pan, no les dan;
Piden queso, les dan hueso,
Y les rompen el pescuezo.
Y el Tirano creía que estaban protestando por la pobreza, o que insinuaban romperle el pescuezo. Y lanzó un grito que asustó a todo el mundo, y chilló:
-¡Paren ya con todos esos canturreos!
Y en un instante prohibió todo lo que contuviera alguna invención, alguna historia, alguna idea. No sé si en ese tiempo había cine, pero si había, quedó prohibido. El teatro también, claro. De pronto, no se podía hacer nada más. Estaba prohibido cantar, bailar, tocar instrumentos, actuar, dibujar, pintar, inventar, escribir, leer, guardar papeles escritos.


Así pasó algún tiempo. Hasta que un día les llegó el turno a los chicos. Y se acabó el turno del Tirano. Ahora les cuento cómo fue.
Había una vez tres chicos que vivían en ese país del Tirano. Uno se llamaba Totonho, otra se llamaba Jacira, y la otra se llamaba Isabel. No se conocían, pero un día, por casualidad, se encontraron en la misma esquina, distraídos, mirando al cielo. De repente, una hoja de árbol llegó volando con el viento, y los tres chicos quisieron agarrarla al mismo tiempo. Cada uno tendió el brazo, abrió la mano y casi chocaron. Cada uno terminó agarrando a los otros dos, y los tres se echaron a reír en el cruce de las calles. Fue lindo, divertido, lleno de carcajadas. Y los que pasaban miraban, pero no entendían nada. ¿Dónde se ha visto, chicos riéndose tanto en el medio de la calle, al borde de la plaza? ¿Qué era lo que a los tres podía causarles tanta gracia? ¿Para qué tanta carcajada del chico y las nenas? ¿Para qué tanta risotada gruesa y tantas risitas finitas?
Pero a los tres les resultaba placentero y divertido; ya ni se acordaban de la hoja, que descansaba ahí cerca. Olvidaron que se había caído, y solo prestaban atención a lo que habían descubierto. Vieron que las manos de cada uno eran diferentes, que la cara de cada uno tenía rasgos y colores distintos. Y eso era lindo, perfecto; no había Tirano que lo cambiara. Una piel era negra, otra era casi rosada, y la otra era de color cobre, medio dorada.
Los ojos eran de diversos tamaños y colores: negros, azules, castaños. Y los tres tenían lindo cabello, de diferentes formas: lacio, lleno de rulos, ondulado.
-¡Qué brillante!
-¡Qué lindo color!
-Tu cabello es precioso…
Pero la sonrisa era la misma, alegre, abierta, la sonrisa alegre del que encontró al amigo adecuado.
Con este encuentro, por supuesto, comenzaron a descubrirse, a conversar, a divertirse y a jugar. A la hora de irse, Isabel propuso:
-¿Volvemos a encontrarnos mañana?
-Claro, dijo Jacira-. Creo que hoy fue el mejor día de mi vida. Nunca había jugado con nadie.
-Yo tampoco –aseguró Totonho-. Y me encantó. Quiero verlos todos los días.
Y eso fue lo que hicieron. Jugaban, corrían, se reían mucho. Y conversaban, conversaban y conversaban.
Y charlando, charlando, como era de imaginar, comenzaron a tener ideas:
-No sé cómo hacíamos antes para vivir en este lugar tan aburrido, sin darnos cuenta de nada.
-El lugar sigue siendo aburrido. Mirá: todo gris, un horror.
-Podríamos encontrar una manera de cambiarlo.
-Sí… ¿Pero cómo?
-No sé… Haciéndonos amigos de otros, conversando, como sucedió con nosotros.
-¡Eso! Y jugando mucho.
Los tres volvieron a su casa y se pusieron a hablar con todas las personas con las que se encontraban. Con los hermanos y los padres, los abuelos y los primos. Oyeron muchas quejas, muchos rezongos; parecía que nadie se sentía feliz, que a nadie le gustaba la vida en aquel país. Pero también fueron descubriendo que en casa cabeza había una idea, un recuerdo, una propuesta.
-Yo sé dónde hay un vidrio que tiene todos los colores guardados adentro. Solo hay que colocarlo a la luz, y salen – decía uno.
-Cuando yo era chico, vi a mi mamá preparando anilinas para teñir telas. Creo que todavía recuerdo cómo se hace –comentaba otro.
-En el sótano tengo unos libros guardados –decía otro en voz baja, misterioso.
-Si yo quisiera, podría terminar con la oscuridad –se jactaba otro, muy orgulloso.
-Escuchen esto –anunciaba alguien.
-Tengo unos secretos que puedo enseñarles –Prometía uno, más viejo.
-¿Recuerdan aquella canción que cantábamos cuando éramos chicos? –invitaba uno, animado.
-Probemos… -sugería uno, valiente.
-¿Vamos a fabricar estrellas? –proponía un soñador.
Solo estas conversaciones ya parecían una fiesta. Pero la verdad es que la fiesta todavía estaba por comenzar. Con tanta conversación, tanta idea y tanta propuesta, empezó también un enorme trabajo. En todas las casas había alguien preparando algo en algún rincón, escondido en un armario, recluido en un cuarto, encerrado en un sótano o un garaje.
Hasta que, al fin, un día en que el sol asomaba por detrás de la humareda y las nubes grises, todo el mundo empezó a salir de su casa, despacito, disimulando, como quien no quiere la cosa, dejando todas sus tareas e interrumpiendo el trabajo para dirigirse al mismo lugar: frente al palacio del Tirano. Él apareció enseguida, muy espantado:
-¿Qué pasa ahí? ¿Qué es este desbarajuste? Vayan ya mismo a trabajar…
La que respondió fue Jacira, que estaba delante de todos:
-Vinimos a mostrarle una cosa linda.

Metió una mano en el bolsillo del uniforme y sacó de adentro un arco iris. Es decir, todavía no estaba listo. Era solo un pedazo de cristal que le había regalado la abuela, un vidrio en cuyo interior dormían todos los colores. Pero cuando el sol dio en el cristal, fue despertando los reflejos coloridos que comenzaron a brotar de allí adentro. Y antes de que al Tirano se le pasara el susto, en medio de todo aquel rojo-naranja-amarillo-verde-azul-añil-violeta, Jacira fue sacándose el uniforme grisáceo, igual al de todos los demás. Y abajo del uniforme estaba preciosa, pintada con jugos de plantas y frutas silvestres, adornada con plumas de papagayo y de loro, de tucán y pavo real, de cacatúa y faisán, que los abuelos habían guardado durante todo ese tiempo, como un secreto bien escondido. Y el resto de la familia distribuía entre la gente las pinturas que las fábricas no fabricaban, pero que se encontraban en los rincones del campo. Violeta de moras trituradas y púrpura de remolachas pisadas. Verde de hojas bien hervidas. Amarillo de raíces machacadas. Rojo de cochinillas calentadas. Y cada uno iba pintando las ropas, los muros, las paredes, las ventanas, todo lo que se le cruzaba en el camino, y la ciudad iba quedando colorida, con muchos brillos diferentes.
Cuando vio todo eso, el Tirano se puso furioso. Empezó a dar órdenes y a gritar:
-¡Paren con esto, ya mismo! ¡Guardias! ¡Vengan inmediatamente! ¡Terminen con este desbarajuste!
Pero resultaba muy complicado. Los guardias no podían ni oírlo, porque también iba llegando un barullo tremendo de la plaza; no se podía oír al Tirano, por mucho que vociferara.
Esta vez era Totonho, que había empezado con su parte, allá, del otro lado. Con tallos de hojas de papayo, o con bambú, había hecho muchas flautas, junto con sus tíos y sus primos. Ahora todos distribuían los instrumentos entre la gente. Y enseñaban:
-Sople por acá.
-Mire, tiene que sacudirlo así…
-Golpee acá, así.
Es que no solo había flautas. También distribuían tapas de ollas; latas, cestas y calabazas llenas de caracoles, arroz, semillas de diferentes tipos; cajas de fósforos; tenedores y sartenes… En fin, todo lo que sirviera para soplar, tocar, agitar, hacer ritmo y música. El que no tenía ningún instrumento lo inventaba en un instante. Aplaudía. Silbaba. Hacía chasquear los dedos. Marcaba el ritmo con el pie en el suelo. Y cuando todos estuvieron bien animados tocando y cantando, Totonho comenzó una nueva forma de sacar una canción de su cuerpo: se bamboleaba de pies a cabeza, se balanceaba con gracia, en un baile que iba despertando en todos ganas de bailar también, de sacudir las caderas y los hombros, de menear los brazos de un lado a otro, de mover los pies en el suelo y dar saltitos de acá para allá.
El Tirano se puso más furioso todavía. Gritó lo más alto que pudo:
-¡Esto está prohibido! ¡Voy a castigarlos a todos! ¡Paren inmediatamente!
No sirvieron de nada sus gritos. Nadie oía nada, nadie prestaba atención a nada que no fuera la hermosa fiesta, los colores que se esparcían, la música que los llenaba, el cuerpo que se alegraba.
Pero él pensó: “No importa; este escándalo va a durar poco. Dentro de un rato va a oscurecer, y con el toque de queda se termina todo.”
Pero no contaba con Isabel, ni con el abuelo de Isabel, que había sido un verdadero fabricante de estrellas y ahora enseñaba a su nieta todos los trucos. También ellos estaban esperando que oscureciera.
Cuando por fin llegó la noche, cuando yo ningún rayo de sol podía despertar el arco iris, la belleza fue diferente. Comenzó a llover al revés. Una lluvia de luz, que primero subía muy alto y después se derramaba, se abría en el cielo, iluminando, vertiéndose y titilando. Formaba flores, fuentes, corría como una viborita, giraba como un remolino, multiplicaba tantas estrellas en los brillos de allá arriba que los que miraban hacia lo alto solo conseguían exclamar:
-¡Ahhhhh!
O, si no:
-¡Ohhhhh!
De pie, con el cuello estirado, los que estaban en la plaza admiraban toda esa belleza que alumbraba de estrellas las cabezas levantadas. Era una fiesta completa; todo el mundo gritaba, se reía, jugaba, se divertía, con enorme alegría.
El Tirano todavía intentó protestar:
-¿Pero qué diablos es esto?
Esta vez alguien llegó a oírlo. Entonces Isabel trató de responder:
-Artes de abuelo… Dice que estamos descubriendo la pólvora.
-¿Pólvora? –se espantó el Tirano.
-Eso mismo, pólvora. Fuegos artificiales.
Se usan para armar espectáculos de estrellas en las fiestas. Pero también se los puede usar para defenderse de la gente que no vale nada.
Ante todo esto, y por las dudas, el Tirano creyó mejor aprovechar la oscuridad de la noche para desaparecer. Según parece, hasta se cambió la ropa gris, llena de cintitas y estrellas. Los colores y los brillos del país en fiesta eran demasiado fuertes para él. Nunca más lo vieron por allí.
Dicen que anda recorriendo otras tierras, buscando un rincón para volver a tiranizar. Por eso es bueno mantener los ojos bien abiertos y no permitir que se apodere de la nuestra. Sobre todo porque puede ser que ahora se haya vuelto más astuto.
Y entonces sería más difícil librarse de un Tirano solo con un arco iris en el bolsillo, una canción en el cuerpo y una lluvia de estrellas.

domingo, 24 de septiembre de 2017

SURINAM ATACA de Jorge Accame

SURINAM ATACA
De Jorge Accame

Suriman (Delfor Mamaní, en su personalidad secreta)
Ayudante (Liquín, en su personalidad secreta)
Diputado Sánchez (Legislador ficticio)
Finquero
Carina Ester
Amiga
El familiar*
Un policía
Dos ladrones
Dos chicas
Un hombre
Dos ordenanzas
Una admiradora
Abuela
Inspector de la DGI
*El familiar es una criatura mágica muy popular en el NOA. Se trata del diablo o de un demonio con el que los dueños de los ingenios suelen hacer un pacto para que sus empresas sean prósperas. A cambio, deben entregarle una víctima por año para que la devore.

CUADRO I
Personajes: Hombre, dos ladrones, dos chicas, Suriman y el ayudante.
Juego de luces y ruidos de alboroto. Sirenas, gritos.
En off.-Hubo una época de terror en la que el caos dominaba la ciudad. La política y la justicia se ahogaban en un mar de corrupción. Los ciudadanos de buena voluntad no podían hacer nada contra la delincuencia.
Pero en aquellos crueles días, surgió de pronto un suspiro de libertad. Un hombre con características extraordinarias que alivió la desesperación de la pobre gente.

Entra a escena en penumbra una persona. Por otro lado entras otras dos que asaltan a mano armada a la primera. Se van encendiendo las luces.
Ladrón 1.-Largá la guita, papá.
Hombre.- Sí, señor. En seguida.
Ladrón 2.- Y ese reloj.
Hombre.- Por favor, es un recuerdo de mi abuelita.
Ladrón 2.- ¿Querés viajar a visitar a la abuelita?
Hombre.- No, señor.
Ladrón 2.- Entonces largá el reloj.
Hombre.- Sí, señor.
Se ve contra el telón la señal de Suriman. La suriseñal se hace contra el telón de fondo, con una linterna y un plumero.
Entra Suriman y su ayudante.
Ladrón 1.- ¿Y eso?
Ladrón 2.- Qué horrible.
Suriman.- Caballeros, suelten a ese hombre y devuélvanle sus pertenencias. Soy Suriman, superhéroe local, y este es mi ayudante.
Ladrón 1.- Desaparecé, infelí, o te hacemo fleco.
Suriman.-Ayudante, parece que los caballero no entienden el castellano.
Ayudante.- Zuriman, probemo en otro idioma.
Suriman.- No ve esa atitú bestial, eso rostro deformado por el odio. El único idioma que comprenden estos señores es el de la violencia. ¡Hay que darles una lesión!
Ayudante.- Ya tengo mucha lesione, Zuriman. Ez la quinta pelea del día.
Suriman.- No tenemo occión. Ayudante.
Dondequiera que impere la maldad y la corrupción, donde haya un pobre que sufra la injusticia, allí estará Suriman para paliar sus necesidade.
Ayudante.- Ultimamente, loz apaliado zomo nosotros, jefe.
Suriman.- A ellos, ayudante-
Comienzan a pelear. Mientras pelean, pasan dos chicas sonrientes en traje de baño con carteles que dicen PUM, PASH, CRASH, TRACK, CHURDILA, PIM PIM.
La música que acompaña es la de Batman.
Ladrón 1 (se detiene).- ¿Cómo? ¿No tenés música propia?
Suriman.- Soy un superhéroe pobre pero digno, caballero. Jaime Torres me ha prometido un carnavalito heroico para mi debut, y se ha demorado un poco, porque se ha ido a Buenos Aires.
Pelean. Suriman usa el Suriplumero con dispositivo de paraguas y los vence. Final con música de triunfo. Puede ser un Gloria. Consuelan al hombre asaltado, lo sacuden con movimientos rápidos a lo Chaplin y llevan a los ladrones a la policía.

CUADRO II
Personajes: Finquero y Diputado Sánchez.
Entran Finquero y Diputado Sánchez.
Finquero.- Es como yo le digo, diputado, creo que es un asunto en el que todos podemos beneficiarnos.
Diputado Sánchez.- A ver si lo he interpretado bien, mi amigo. Ud. Quiere vendernos 1.249.333 litros de leche de su campo.
Finquero.- A precio muy razonable, diputado.
Diputado.- ¿Y qué destino piensa Ud. Que nuestro partido podría darle a tanta leche?
Finquero.- Pero diputado, se acerca la campaña política ¿o no? Ya se les ocurrirá algo creativo.
Diputado.- ¿Y cuánto dice que me costarían el mollón doscientos cuarenta y nueve mil trescientos treinta y tres litros de leche? (Finquero se le acerca al oído y le dice un precio). Ah, muy razonable, ¿Y no habrá previsto algo, digamos, para mis gastos de representación?
Finquero.- Pero por supuesto, diputado. (se le acerca al oído y le dice una cifra).
Diputado.- Eso es muy razonable. Creo que podremos hacer buenos negocios.
 Finquero.- Ah, diputado, una última cosa, antes de irme. Es una tontería casi sin importancia, pero por honestidad, para que quede todo claro entre nosotros, debo informarle algo sobre las vacas.
Diputado.- ¿Las vacas? ¿Qué vacas?
Finquero.- Las del 1.249.333 litros de leche.
Diputado.- Ah, vacas. Noble animal la vaca que nos da la leche.
Finquero.- Noble animal. Ud. Lo ha dicho, diputado. Solo que estas vacas, las de mi campo… es tan tonto que casi me da risa decirlo…
Diputado.- Lo escucho, mi amigo.
Finquero.- Bueno, resulta que mi campo está en Neuquén, sabe. Y justo allí han puesto ese basurero nuclear. Ud. Sabrá. Esas cosas de los países del primer mundo.
Diputado.- Comprendo.
Finquero.- No son mala gente. Es sólo que ellos ya no tienen sitio para la basura nuclear y necesitan que otros les presten unas hectáreas de su territorio. Eso es todo.
Diputado.- Comprendo. ¿El gobierno habrá recibido alguna compensación por cederles un sitio adecuado…?
Finquero.- Pero claro, mi estimado, dicen que fueron… (se acerca al oído y le dice una cifra)
Diputado.- ¡No me diga! Son muy razonables.
Finquero.- Es gente con la que se puede hablar…
Diputado.- Bueno, volviendo al tema. Me explicaba algo de sus vacas.
Finquero.- Es cierto. Bueno, existe la posibilidad de que algunas de mis vacas hayan pastado cerca del basurero nuclear. No es seguro, claro. Pero Ud. Sabe, si llegara a oídos de la Salud Pública o de alguno de esos grupos de ecologistas que están de moda, podrían aparecer personas que quieran fastidiar y terminarían arruinándonos el negocio…
Diputado.- Ud. Quiere decirme que la leche podría estar mala.
Finquero.- Unos litros quizá- U ni siquiera es seguro. Improbable diría yo, porque ud. Ha visto, difícil que una vaca vaya justo a meterse en un basurero nuclear. Son animales, y en los animales el instinto funciona.
Diputado.- Ni más ni menos, mi amigo. Y la vaca tiene un fuerte instinto. Y en el supuesto caso, hipotético, claro, de que algún litro de leche no estuviera en óptimas condiciones… ¿Qué consecuencias traería a quien lo tomara?
Finquero.- En ese supuestísimo caso… ¿Quién sabe? No hay nada comprobado. Gracias a Dios y a la Virgen en nuestro país nunca tuvimos experiencias nucleares. Algunos dicen que producen mutaciones en los organismos vivientes, pero que quiere que le diga, yo nunca he visto.
Diputado.- ¿Y cómo serían esas mutaciones?
Finquero.- Pescados con patas, gallinas con brazos, vacas con alas, hombres con tres ojos, niños con ocho dedos en cada mano, mujeres con cuatro pechos…
Diputado.- ¿Mujeres con cuatro pechos? Interesante. Pero está en lo cierto, mi amigo, es un discurso tan ridículo que hasta casi suela subersivo.
Finquero.- Igualmente, creo que conviene ser discreto.
Diputado.- No se preocupe. Ud. Traiga la leche, nomás. Nosotros en la campaña la donaremos a los hogares de niños huérfanos, que bien contentos que se van a poner.
Finquero.- Diputado, es Ud. Una persona muy razonable.
Diputado.- Una última cuestión, colega. ¿Puedo llamarlo colega? Dígame en confianza ¿Qué posibilidades habría de contactarse con esos países del basurero nuclear? ¿Sabe por qué le digo? Yo tengo una finquita aquí cerca que casi no uso…
Finquero.- ¿Ud. Dice para poner un basurero aquí en Jujuy?
Diputado.- Uno chico, chiquito, la finca no es muy extensa. Pero el tabaco ya no da como antes, y hay que mirar hacia el futuro.
Finquero.- Tiene razón, diputado. ¡Progresista, al fin!
Diputado.- Los tiempos cambian, uno debe cambiar para sobrevivir.
Finquero.- Ni una palabra más. Yo le hago el contacto con la compañía productora de basura nuclear.
Diputado.- Le voy a agradecer.
Finquero.- El agradecido soy yo.
Diputado.- Creo que hemos concertado un trato muy razonable. Ha sido un placer.
Finquero.- ¿Me aceptaría un café?
Diputado.- Si permite que yo pague.
Finquero.- Yo pago el próximo, diputado Sánchez. (Salen).

CUADRO III
Personajes: Delfor Mamaní (Suriman) y Liquín (el ayudante)
Ayudante.- (En su quiosco) ¡Prebuno, Prebuno! Graziaz, señor. Prebuno! Aquí tiene, caballero. Zu vuelto. (Aparece suriman, disimuladamente se acerca y le compra un diario) Tengo información urgente. (En voz alta) ¡Prebuno!
Suriman.- Dígame, don Liquín. ¿Un asalto? ¿Un asesinato? ¿Un incesto?
Ayudante.- El diputado Zánchez anda en negozioz turbioz. ¡Prebuno!
Suriman.- ¿Cómo se enteró?
Ayudante.- Tengo miz contactoz.
Suriman.- ¿Quién es Sánchez? ¿Ese al que le dicen “Asistencia perfecta”?
Ayudante.- ¿Por qué “Azistencia perfecta”?
Suriman.- Porque vino el lunes, vino el martes, vino el miércoles, vino el jueves…
Ayudante.- No, no, ezte es uno que siempre viene por acá a mirar las reviztaz. Alto, pero no mucho. Flaco, maz o menos. A vezez uza anteojoz, a vezez no. Con una cara que no dize nada ezpezial.
Suriman.- Con esos datos, Liquín…
Ayudante.- Barbita en punta, tiene como doz chichonez en la frente que ze tapa con el flequillo poztizo.
Suriman.- ¡Ayudante!
Ayudante.- Zí, jefe.
Suriman.- Ya sé quién es este Sánchez. Es uno que siempre anda por los ingenios azucareros. La otra vez salió en el diario con el dueño del ingenio, porque la policía los estaba investigando.
Ayudante.- ¿Por?
Suriman.- Parece que habían desaparecido algunos peones.
Ayudante.- Ay ay ay. Don zuri.
Suriman.- No me diga así. No ve que estoy en mi personalidá secreta. Soy Delfor Mamaní. ¿Qué pasa?
Ayudante.- No será que el diputado Zánchez ez el diablo disfrazao.
Suriman.- ¿Usted cree?
Ayudante.- Atiéndame una reflezión, Don Delfor, escuche: Zánchez anduvo metido en los ingenioz. Lo estuvieron investigando porque desaparezían los obrero. Zeguro que ez el demonio que andaba haciendo pacto con lo dueño de lo ingenio. Lo dueño le daban hombre para que alimentara al Familiar y él hazía que le fuera bien en la cosecha. ¿Qué le pareze todo ezo?
Suriman.- ¡El familiar! Ese engendro con forma de víbora y cabeza de perro que devora peones desamparados. Típica maniobra de Satanás. Ayudante, tengo miedo.
Suriman y el Ayudante se abrazan. Apagón.

CUADRO IV
Personajes.- Carina Ester y amiga, Mamaní Suriman y Liquí Ayudante.
Entran Carina Ester y una amiga.
Amiga.- Ay, Carina, vos sí que tenés suerte.
Carina.- ¿Por?
Amiga.- ¿Cómo por? ¿Cómo por? Suriman está muerto de amor a tus pies.
Carina.- Mirá, por favor, no me hablés de ese tipo.
Amiga.- Ay, es tan buen mozo.
Carina.-¿Buen mozo?
Amiga.- ¡Potro! ¡Avestruz! ¡Plumero para techos altos!
Carina.- Callate. Es horrible.
Amiga.- Ay, Carina, es un superhéroe y las mujeres tenemo que enamorarnos de lo superhéroe. Si no, se van a otra parte donde los traten mejor. ¿No te das cuenta? El primer superhéroe regional en carne y hueso. Y está enamorado de vos.
Carina.- Todos estos están cortado por la misma tijera. Son tipo peligroso, la jugan de bueno pero en el fondo están con el gobierno.
Amiga.- Suriman es distinto. Me lo dice el corazón.
Carina.- Te lo regalo. Yo estoy enamorada de un auténtico hombre. Lo veo y me hace hace vibrar todo el cuerpo. Siento por acá una cosa que me sube y me llega… y me hace… bueno (disimulando), vamo a la feria… no quiero llegar tarde.
Amiga.- ¿Quién es?
Carina.- ¿Quién es quién?
Amiga.- El amor de tu vida.
Carina.- Delfor. Delfor Mamaní.
Amiga.- ¿Delfor Mamaní? ¿El ordenanza del ministerio?
Carina.- Sí.
Amiga.- ¿Categoría tres?
Carina.- Seis.
Amiga.- Ay, Carina. Cómo vas a preferir a Delfor Mamaní antes que a suriman? Suriman es un superhéroe.
Carina.- Así soy yo: realista. Mirá, mirá, ahí está conversando con su amigo Liquín.
Amiga.- Esos dos siempre están juntos.
Carina.- Vení, vení. Vamos, pasemos disimuladamente, a ver si nos dicen algo.
Amiga.- Pero yo no quiero… (Carina la arrastra y salen)
Entran Suriman y ayudante.
Suriman.- Entonces, ¿Cómo es eso?
Ayudante.- Pero don Mamaní, ze lo acabo de ezplicar.
Suriman.- Explicámelo otra vez.
Ayudante.- ¿De nuevo?
Suriman.- Sí, es que quiero fijar bien los detalles.
Ayudante.- Bue… El diputado Zánchez y un finquero del sur han hecho un trato. ¿Hasta ahí comprende?
Suriman.- Sí.
Ayudante.- El finquero le vende al partido de Zánchez 1.249.333 litros de leche muy barata y el partido la uza para zu campaña electoral. ¿Vamoz bien?
Suriman.- (Anota) 1.249.333 litros, barata, para campaña. Sí, comprendido.
Ayudante.- Ahora viene lo jodido. La leche está contaminada.
Suriman.- (Anota) Eztá contaminada… perdón, está contaminada. Listo.
Ayudante.- Ya está.
Suriman.- ¿Eso es todo?
Ayudante.- Todo ¿Entendió?
Suriman.- (Lo mira atentamente) No. ¿Por qué le vende leche contaminada? ¿Por qué no le vende leche buena? ¿Por qué los políticos y los ricos tienen esa maña de ser los malos en todas las películas?
Ayudante.- Y en las obras de teatro
Suriman.- ¿Y en las obras de teatro?
Ayudante.- Porque hay mucha plata en juego. ¿Entiende?
Pasan a Carina Ester y su amiga, coqueteando. Suriman se queda mirándolas. Ayudante no se da cuenta.
Suriman.- Sí ¿A qué juegan?
Ayudante.- No, no juegan, don Mamaní
Suriman.- ¿Entonces? Hábleme claro, don Liquín, usted me confunde.
Ayudante.- Ez una manera de decir, don Délfor.
Suriman.- Una manera de decir muy confusa, si me permite.
Ayudante.- La leche está contaminada porque laz vacaz del finquero paztaron cerca de un basurero nuclear.
Suriman.- Ve, don Liquín, que es como yo le digo. Qué necesidad había de llevar a esas vacas a pastar cerca de un basurero nuclear? Ganas de hacer daño nomás.
Ayudante.- No. No, llas vacaz ya estaban allá. Zon vacaz oriundaz de la Patagonia.
Suriman.- Ajajá. Vacas foráneas. Voy comprendiendo. Esto tiene que ver con el contrabando ¿no?
Ayudante.- Ay, dioz. No, don Mamaní. No hay contrabando de la Patagonia a Jujuy. Vea, como la leche está envenenada la venden barata y el partido de Zánchez la va a comprar para regalarla. Azí la gente loz va a votar y ellos van a ganar laz eleccionez.
Suriman.- Yo no los voy a votar. No entiendo nada, pero no los voy a votar ni acá.
Vuelven a pasar Carina Ester y su amiga.
Ayudante.- Usté, no. Pero mucha gente que ha sido engañada, zí.
Suriman.- ¿Quién ha engañado a la gente?
Ayudante.- Zánchez, don Mamaní, el diablo.
Suriman.- ¿Podría decirse que zánchez, es decir Sánchez, Satanás, para hablar sin rodeos, es el malo de la historia?
Ayudante.- Algo azí.
Suriman.- Ahora entiendo. Habiendo individualizado al malo, está todo claro. Es preciso actuar. ¿A quién van a regalarle la leche envenenada estos buscas?
Ayudante.- Al azilo de huerfanitoz.
Suriman.- ¡¡¡¡Al asilo de huerfanitos!!! Eso es terrible. Tres de los internados son hijos míos.
Ayudante.- ¿Qué vamos a hazer, don Délfor?
Suriman.- No sé qué piensa usté, don Liquín, pero creo que esta es una misión para Suriman y…
Ayudante.-… Zu ayudante.
Suriman.- Dondequiera que la injusticia…
Ayudante.- Don Mamaní, tenemos que apurarnoz.
Suriman.-… y el mal acongojen a un pueblo acongojado…
Ayudante.- Don Mamaní…
Suriman.- Donde la corrupción oprima la dignidad de los trabajadores…
Ayudante.- (Saca un cartel del quiosco y tapa a Suriman. El cartel dice: Etzetera. Tanda comercial) Apagón.
CUADRO V
Personajes: Suriman y el Ayudante; dos Ordenanzas, Admiradora, Abuela e Inspector de la DGI.
En off: Nadie podría sospechar que en un basural cercano, hediondo de desperdicios, se halla el Suricaño, la guarida secreta de nuestros héroes. Allí, los dos elaboran un plan para enfrentar a Satanás, quien ha tomado la forma del diputado Sánchez, y en estrecha colaboración con el Familiar, traman otra maldad en contra del pueblo jujeño.
Suliman y el ayudante, jugando a las cartas.
Suriman.- Envido.
Ayudante.- No quiero.
Suriman.- Truco.
Ayudante.- No quiero.
Suriman.- Ayudante ¿Para qué juega?
Ayudante- Ez que vengo de una familia conserva, don zuri.
Suriman.- Así nunca va a llegar a tener una guarida propia. Hay que arriesgarse un poco. ¿No quiere independizarse algún día? ¿Ser un superhéroe cuentapropista?
Ayudante.- Prefiero la relación de dependenciam jefe. No tengo iniciativa. ¿No ve que todavía ni siquiera me he puesto un nombre? Otros lo gestionan en seguida: mire el cazo de Robin, por ejemplo. Yo zoy sólo el ayudante de zuriman.
Suriman.- Hay que buscarle un nombre.
Ayudante.- Otro día, don Zuri. Ahora estoy deprimido.
Suriman.- ¿Por qué?
Ayudante.- Porque va ganando en el truco.
Suriman.- También Ud. Si siempre dice “no quiero”.
Ayudante.- Ez que no quiero, jefe ¿Qué quiere que diga? No tengo carta.
Suriman.- El truco es un juego de mentirosos. Gana el que mejor miente, no el que tiene mejores cartas.
Ayudante.- Ezo ez como la política. Y yo en política no me meto. No ez honesto, don Zuri.
Suriman.- ¿A qué otra cosa le gustaría jugar?
Ayudante.- A nada, jefe. Eztoy bajoneado.
Suriman.- Anímese, ayudante ¿Un partido de loba? ¿Generala? ¿Futbol?
Ayudante.- ¿Zabe que me animaría? Que me contara…
Suriman.- (presiente algo) ¿Qué?
Ayudante.- Ud. Ya zabe…
Suriman.- (Se hace el desentendido) No comprendo…
Ayudante.- Cuénteme cómo se convirtió en Zuriman.
Suriman.- Ayudante, ud. Sabe que ese es un secreto que he jurado no decir jamás a nadie. El origen de suriman morirá conmigo.
Ayudante.- Déle, don Zuri, cuente.
Suriman.- Bueno, está bien. Sucedió un día cualquiera, en una oficina cualquiera, a un hombre cualquiera. Yo estaba trabajando aquella mañana. Había una gran tormenta… (Se oscurecen Ayudante y Suriman y se ilumina otra parte de la escena donde aparece Suriman plumereando una oficina. Ruidos de tormenta afuera. Cae un rayo. Oscuridad. Cuando vuelve la luz se lo ve a Suriman gris y con unas plumas en la boca. Se oyen voces afuera: -Che, qué fue eso. –No sé, pa”mi que reventó la oficina del jefe. –Dios te oiga, hermano. Entran con cuidado y descubren a Suriman en la penumbra, rígido.)
Ordenanza 1.- Papá de Dios ¿Qué e?
Ordenanza2.- No sé ¿Una estatua?
Ordenanza1.- El monumento al plumero
Ordenanza 2.- ¡Guarda! Pestañea.
Ordenanza 1.- Está vivo el loco.
Ordenanza2.- ¿Pa qué tendrá esto acá el jefe?
Ordenanza1.- Pisapele.
Suriman.- Ay
Ordenanza2.- Oíste
Suriman.- Ay, ay, ay.
Ordenanza 1.- Cacarea. Es una gallina. Enorme.
Ordenanza 2.- Son eso alimento raro que le dan.
(Surinam empieza a sacudirse)
Ordenanza 1.- ¿Será peligroso?
Ordenanza2.- (se aleja y lo mira detenidamente)
Ordenanza1.- Es un suri.
Ordenanza 2.- Es un tipo.
Ordenanza 1.- ¿No le ve las pata y la pluma? E un ñandú, papá.
Ordenanza 2.-E persona.
Ordenanza 1.- ¿Con esa cara i bicho?
Ordenanza 2.- Mirá lo brazo. E un tipo.
Ordenanza 1.- Son la ala.
Ordenanza 2.- Mirá la narí.
Ordenanza 1.- Eso e pico.
Ordenanza 2.-¿Che, no será de eso coso de otro planeta?
Ordenanza 1.- ¿Un ocni?
Ordenanza 2.- No, lo que viaja adentro.
Ordenanza1.- Un ETE
(Se asustan. Vuelven a acercarse. Lo miran, lo tocan.
Surinam va despertando. Se despereza.)
Surinam.- Hola, chango. ¿Qué paso?
(Ordenanza 1 y 2 vuelven a apartarse)
Ordenanza 1.- Habla
Ordenanza2.- ¿Usted ser marciano?
Surinam.- ¿Qué les pasa, muchachos?
Ordenanza 1.- Confianzudo.
Surinam.- Lopecito… Soruco… ¿Qué pasa?
Ordenanza 2.- Saben nuestros nombres.
Ordenanza 1.- Tienen poderes extrasentimentale.
Ordenanza 2.- Che, no será uno de eso superhéroe de la historieta.
Ordenanza 1.- Como Superman o Barman… No, eso solo esisten en estado unido, en paise rico.
Ordenanza 2.- ¿che, y no habrán mandado uno pa acá? Capáz que les dio lástima.
Ordenanza1.- ¿Vo decí?
Ordenanza 2.- Pa que nos ayude. Habrán visto que siempre se atrazan con lo sueldo. Que no nos aumentan, que no nos quieren pagar lo que nos deben.
Ordenanza1.- Tené razón. Por lo político corruto… ¡Por el cólera! Ahí ta, lo mandaron por el cólera.
Ordenanza 2.- Sí, será pa desgracia y problemas en general.
Ordenanza 1.- Churdi. Un superhéroe argentino.
Ordenanza 2.- Sí, y lo mandaron directamente pacá. Que suerte que tenemo.
Ordenanza 1.- ¿Dónde queré que lo manden? A esto coso los mandan a lugares donde lo problema no lo arregla nadie.
Ordenanza2.- ¿Cómo se llamará?
Ordenanza1.- No sé, parece avestrú.
Ordenanza 2.- Ya tá: Surinam.
Ordenanza 1.- Surinam.
Se oscurecen 1 y 2, Surinam se aparta.
Surinam.- Y me quedó Surinam, nomas.
Se ilumina la escena. Quedan otra vez solos Surinam y ayudante.
Ayudante.- Pero Don Delfor ¿Ud. Quería zer zuperhéroe?
Surinam.- ¿Superhéroe? ¿Yo? No. ¿Pero qué podía hacer? No iba desilucionarlos. Y después, ya me acostumbré. Uno se acostumbra a todo. A la pobreza, a la humillación, y también a ser superhéroe.
Ayudante.- Que va a hazé Donde Delfo. Azí ez la vida.
Surinam.- Pero la verdad es que a veces me siento cansado. A vece siento gana de colgar la capa.
Ayudante.- Cualquier trabajo cansa, Don Delfo. Pero Ud. Debería tener una amada. Todoz loz superhéroes tienen una mujer que ze muere por elloz.
Surinam.- Tengo una, ayudante.
Ayudante.- ¿En zerio? Cuente, Zuriman. ¿Cómo ze llama?
Suriman.- Se llama Karina Ester.
Ayudante.- ¿Karina Ezter? ¡Guá, qué nombre!
Suriman.- Karina Essster.
Ayudante.- Por ezo: Karina Ezzzter.
Suriman.- (Soñador) Karina, con k, ayudante.
Ayudante.- Mejor, más fino. Porque Carina con C es razca.
Suriman.- Karina Ester. Suena bien ¿No? Ester, con Y griega.
Ayudante.- Qué hermoso nombre para la chica del superhéroe.
Suriman.- Sí. El problema es que no me quiere.
Ayudante.- ¿Por qué, don Zuriman?
Suriman.- Porque está enamorada de otro.
Ayudante.- Ingrata, ¿Quién ez el afortunado?
Suriman.- Delfor Mamaní.
Ayudante.- ¿Delfor Mamaní? Pero zi Delfor Mamaní ez ud. Mismo en zu personalidá secreta.
Suriman.- Así es, ayudante.
Ayudante.- Entonze, eztá arreglado.
Suriman.- No es tan fácil. Desde que cayó aquel rayo, estoy partido en dos. Una mitad mía es ordenanza, la otra es superhéroe. Necesito que Karina Ester ame a las dos.
Ayudante.- Tiene razón, don Zuri. Todo o nada. Duro con laz pretensiosaz.
Suriman.- Lo que pasa es que el trabajo es pesado. Y me haría falta una mujer que me haga compañía. Karina Ester es tan, es tan… está tan fuerte, ayudante, que yo siento a vece que no puedo más. Necesito su apoyo, ayudante.
Ayudante.- Entonze, tranze como Delfor Mamaní, Zuriman. Cuando la presión del trabajo ez mucha…
Suriman.- Es que de 7 a 13 soy ordenanza. Y en el resto del día, trabajo de superhéroe. Y nadie me paga las horas extra.
Se oscurece ayudante. Se ilumina un escritorio en el otro costado y Suriman toma asiento y empieza a mirar unos papeles. Lee cartas:
“Querido Suriman. Necesito su ayuda. El que le dije me engaña. Venga pronto. Estoy sola todos los días.
María Julia” Pobre mujer. Voy a tener que hacerme un tiempito para ir a verla. Dondequiera que impere la injusticia y el desamor, allí estará Suriman para… (Entra una admiradora)
Admiradora.- Buenos días.
Suriman.- Buen día, señora
Admiradora.- Disculpe, ¿Este es el Suricaño?
Suriman.- Sí, señora.
Admiradora.- ¿Se puede visitar?
Suriman.- Bueno, la verdad… no. Es secreto.
Admiradora.- Yo vine porque me dijeron que ya había visitas guiadas.
Suriman.- Le han informado mal.
Admiradora.- Ay, es que yo me vine especialmente… ¿Tienen pensado abrir próximamente?
Suriman.- Quizá más adelante… Lo que pasa es que yo todavía estoy en funciones.
Admiradora.- ¿El señor es…?
Suriman.- Suriman, encantado.
Admiradora.- ¿Ud. Es Suriman?
Suriman.-Sí…
Admiradora.- Ay, encantada. Yo soy turista. Mire, Don Suriman. Estoy de paso por la provincia. Ya he visto todos los museos que tienen por acá, he comprado postales y un libro de regionalismos. Los único que me faltaría es el Suricaño. ¿No me dejaría echar una miradita? Dos minutos.
Suriman.- Bueno, si es así. Pero rápido, ¿no?
Admiradora.- Un millón de gracias.
Suriman.- Señora… sin fotos, por favor.
Admiradora.- Ay… señorita.
Entra una anciana, con un gato en la mano.
Abuela.- ¿Ud. Es Suriman?
Suriman.- Sí, abuela.
La turista saca fotos aprovechando que Suriman no la ve.
Abuela.- ¿Qué hace que no viene cuando se lo necesita?
Suriman.- ¿Por qué? (Levantándose) ¿Qué pasa?
Abuela.- Nada. Ahora ya está.
Suriman.- ¿Qué? Hable, abuela, ¿Qué pasó?
Abuela.- Que mi gato se había subido a un árbol.
Suriman.- ¿Y?
Abuela.- que no podía bajarse.
Suriman.-Típica escena para que un superhéroe demuestre su sensibilidá.
Abuela.- ¿Y ud. Qué hacía? Estábamo meta llamarlo, para que ayudara al gato.
Suriman.- (Se fija en el teléfono) Capá que me han cortado el Suricom.
Abuela.- Mentira. Es fácil echarle la culpa a la privatización. Lo que pasa es que yo lo vi, usted estaba afilando con esa señora.
Admiradora.- Señorita.
Suriman.- Pero, abuela, la señorita es turista. Está visitando el Suricaño. Vamo, la ayudo ahora.
Abuela.- Ahora ya no lo necesito. No ve que el gato bajó solo? En qué va a ayudar.
Admiradora.- Don Suriman ¿Me firmaría un autógrafo? Aquí abajo. Con cariño para Estela. Eso.
Suriman.- La próxima vez, abuela, le prometo…
Abuela.- La próxima vez llamo a otra empresa. No sé para qué se meten a superhéroes, si no tienen vocación. Vergüenza (sale)
Entra un Inspector con un portafolios.
Inspector.- Buenas.
Suriman.- Si, señor.
Inspector.- ¿Este es el domicilio de Suriman?
 Suriman.-Sí.
Inspector.- Vengo hacerle una inspección, de la DGI ¿Cuál es su número de CUIT?
Suriman.-No sé.
Inspector.- ¿Cómo no sabe? ¿Habilitación?
Suriman.-¿Qué?
Inspector.-¿Paga ingresos brutos?
Suriman.-Perdón ¿Los superhéroes pagan…?
Inspector.- Todo el mundo paga, señor.
Suriman.- Pero yo tenía entendido que los artistas y los superhéroes no pag…
Inspector.- Ud. Pague lo mismo. En todo caso, después pida la exensión. Llene estos papeles por triplicado. Le doy hasta mañana para que cumplimente los trámites que le faltan. Buenos días. (sale)
Admiradora.- (Le saca una foto a Suriman) Chau, papito, gracias. (sale).
Suriman se levanta y va hasta donde está su ayudante. Se oscurece el escritorio y se ilumina el ayudante.
Ayudante.- ¿Y pagó, don Zuri?
Suriman.-Todos los meses pago. Y eso que no lo tengo declarado a Ud. Como ayudante, porque si no me harían pagar el doble.
Ayudante.- ¿Quiere decir que zoy ilegal, don zuri?
Suriman.- Me parece que nací en mala época. Los superhéroes son cosas del pasado.
Ayudante.- Ez que a esto paíse todo llega tarde.
Suriman.- Ya nadie cree en los Reyes Magos.
Ayudante.- Pero igual todo el mundo lez escribe cartaz, don Zuri.
Suriman.- El mundo es contradictorio.
Ayudante.- Anímeze, jefe. Que aunque no zeamo héroe de primer mundo, tenemo una misión que noz ennoblece. Pienze en lo huerfanito tomando eza leche contaminada. Hay que impedir que la leche llegue al río, como dizen.
Suriman.-Así e, ayudante. Debemo perfeccionar nuestra arma química para vencer al mal. No hay que olvidarse que nos enfrentamos al mismo diablo, o sea, el propio familiar. Traiga lo ingrediente.
Ayudante.- Zí, señor. Azí ze habla. (Ayudante va trayendo harina, agua, huevo, etc… y pone todo en una mesa, mientras se escucha música y Suriman hace algunas posiciones heroicas.)
Suriman.- A trabajar.
Ayudante.- ¿Tiene la rezeta de la curandera, Don Zuri?
Suriman.- (Busca en el bolsillo) Aquí está. Vaya pasándome. Harina. Agua. Un rosario bendecido. Huevo. Una lata de mote. (Ayudante le alcanza las cosas y va mezclando y enchastrando todo) ya está todo listo. Ahora hace falta un cuchillo en forma de cruz.
Ayudante.- ¿Zerá lo mismo el zuri plumero?
Suriman.- Tráigalo nomás. Le pongamos un coso acá para que parezca crucifijo.
Ayudante.- ¿Y ahora?
Suriman.- Hay que meterle al arma el esperimento que hicimo.
Ayudante.- ¿No será demasiado, don Zuri?
Suriman.-Ayudante, estamos combatiendo contra Satanás y sucursales.
Ayudante.- Tiene razón, don Zuri.
Suriman.- Que sea lo que Dios quiera (Se persigna y comienza a untar el engrudo sobre el plumero. Apagón.)
CUADRO VI
Personajes: Suriman, Ayudante, Diputado Sánchez, finquero, Familiar, una chica, Carina Ester, un policía, dos agentes del gobierno.
Entran Diputado Sánchez y finquero.
Sánchez.- Bueno, mi amigo, aquí está el hogar de huérfanos.
Finquero.- Ah, sí. Y allí viene el camión con la leche.
Sánchez.- Y aquí está el cheque, según lo convenido.
Finquero.- Muy bien, diputado. Ha sido un gusto tratar con ud.
Sánchez.- Ya sabe, si me averigua la dirección de los fabricantes de basura nucler, se lo voy a agradecer.
Finquero.- A mas tardar la semana que viene le mando todos los informes.
Sánchez.- Nos despedimos acá, caballero. Yo voy a entrar al asilo para hacer efectiva la donación en nombre de mi partido. (Aparte) Y en mi nombre, especialmente.
Finquero.- Hasta pronto. Saludos a su familia.
Sánchez.- Igualmente. (Se dan la mano. Finquero sale.) Muy bien, vamos a darle la alegría a los huerfanitos.
Aparecen Suriman y el ayudante.
Suriman.- Alto ahí, Satanás.
Sánchez.- ¡Suriman!
Suriman.- Estamos enterados de tus siniestros planes, demonio. No te saldrás con la tuya. Deberías avergonzarte: jugar con la salú de unos pobres huérfanitos.
Sánchez.- Tengo que acabar con él. Sino, esto puede complicarse. ¡Familiar! ¡Familiar!
Ayudante.- Eztá pidiendo ayuda, don Zuri.
Suriman.-Menos mal que está ud. Para avisarme.
Sánchez.- ¡Familiar! ¡Familiar! ¿Dónde se habrá metido?
Suriman.-Ojalá esté ocupado.
Ayudante.- Ze habrá quedado enzerrado en algún zotano.
Aparece el familiar, es una víbora gigante con cabeza de perro.
Suriman.-A la… con la lombriz.
Sánchez.- Ahora vas a ver lo que le pasa a quien me desafía. Familiar, a él.
Ayudante.- Duro con el viborón, don Zuriman.
Suriman.- ¿Esta unca es familiar suyo, Sánchez? ¿No habrá estado tomando la leche contaminada? Dígame qué es ¿Primo o prima?
Sánchez.- No es tucumano, si querés saberlo, superhéroe del subdesarrollo.
Ayudante.- (Se acerca al viborón y lo mira, luego se acerca a Sanchez y lo mira también) Tiene zus mizmoz ojoz dezpiadado, don Zanchez.
Sanchez.- (A Suriman) Peleá como un hombre, avestruz. Yo te voy a dar, venir a arruinarme un ilícito.
Ayudante.- ¿Tiene todo, don Zuriman?
Suriman.- Sí, Rosario bendecido, plumero en cruz, miedo.
Ayudante.- ¿Miedo? No puede tener miedo, don zuri. Acuérdeze que una de las condizionez para venzer al diablo e no tener miedo. Deje el miedo acá.
Suriman.- bueno, tome. Pero cuidemeló bien.
Suena un timbre. Pasa una chica en malla, con un cartel que dice “Primer round”. Los dos, el familiar y Suriman, van al medio como si fuera un ring.
Sánchez.- Vamos, familiar, golpée bajo.
Ayudante.- No lo eztropee demasiado, Don Zuriman. Azi lo llevamos al Bermejo y lo uzamos de carnada.
Se trenzan en una pelea. Hay gritos. Apagón. Cuando vuelve la luz, Suriman está aplastado por el familiar. Se apaga la luz, al encenderse están en otra posición. Así varias veces.
Ayudante.- Póngale el plumero en cruz sobre la frente, don zuriman. Rézele un avemaría. Déle con el crucifijo en el bajo vientre.
Suriman le muestra el plumero que tiene forma de cruz y el Familiar retrocede, hasta que cae vencido. Sánchez intenta escapar.
Suriman.- (Agarrándolo) Venga para acá. Ud. No se va. Tiene mucho que explicarle a la justicia.
Entra un policía y se lleva a Sánchez y al Familiar.
Policia.- Caminá vos, basura, político corrupto.
Suriman.-Agente. Un momento, por favor. Es un criminal, pero igual hay que tratarlo con respeto.
Policía.- Tiene razón, Suriman. (A Sánchez) Camine Ud., basura, político corrupto. (Salen policía y Sánchez)
Ayudante.- Otra vez venzió la justizia.
Suriman.- Como debe ser, ayudante, ¡Ayudante! Ahí viene mi amor imposible. La Karina Ester.
Ayudante.- ¿Dónde?
Suriman.- Allá ¿No la ve? Viene justo para acá. Rápido. Póngase atrás. Agarre la capa y hágamela flamiá. Así. Eso (Se pone en pose) Haga ruido como si hubiera viento (Ayudante sopla y aúlla)
Carina.- (Entra y va a pasar de largo. Lo ve al Suriman y lo mira con desprecio) Payaso. (Sale)
Suriman.-No hay caso, me desprecia.
Ayudante.- Ez que ella ama a zuriman en zu personalidá secreta, ez decir, a Delfor Mamani. Ez decir. Ud. Mismo.
Suriman.- Sí, ya lo sé, ayudante. No hace falta que me explique tanto.
Ayudante.- ¿Por qué no trata de zeducirla como don Mamaní?
Suriman.-No puedo. Yo necesito que me ame por lo que soy. Tal como soy. No puedo engañarla. Mire si el romance termina en casamiento. Ella debe aceptar que además de hombre, soy un avestruz.
Llegan dos hombres.
Agente 1.- ¿Ud. Es Suriman?
Suriman.-Sí, señor.
Agente 2.- Somos agentes del gobierno.
Suriman.-Encantado. El señor es mi ayudante. (Se presentan, se dan todos la mano)
Agente1.- Suriman, hemos descubierto que Ud. Es Delfor Mamaní y que su ayudante es el dueño del quiosco que está frente a casa de gobierno. En virtud de los servicios prestados a la comunidad, estamos dispuestos a mantener el secreto, siempre y cuando ud. Se comprometa a terminar con esto.
Suriman.- ¿Ud. Pretende que yo mate a Suriman?
Agente2.- Señor Delfor Mamaní, esto tiene que acabar. No podemos permitir un superhéroe en la provincia. El contraste con el gobierno sería peligroso. Más que peligroso, lamentablemente funesto.
Suriman.- No puedo.
Agente 1.- Estamos dispuestos a darle a manera de compensación una categoría 8 en la administración pública.
Suriman.- ¿Una categoría 8?
Agente 2.- ¡Actualmente ud. Tiene una 6!
Suriman.- No puedo. Debo rechazar su oferta. Suriman nació y vivió durante meses para combatir la injusticia y la corrupción y lo hará hasta el fin.
Agente1.- ¿Es su última palabra?
Suriman.- Así es.
Agente2.- ¿Nos está declarando la guerra?
Suriman.- ¡Ayudante, a mí!
En off.- Ríndase, Suriman. Está completamente rodeado. Somos quinientos soldados, doscientos policías, tres diputados y un Familiar.
Oscurecimiento.

CUADRO VII
Personajes: Mamaní (Suriman) y Liquín (Ayudante)
Luz lentamente. Ruidos de calle. Entran por lados distintos Mamaní y Liquíb, trajeados, con maletines, sin verse y casi chocan.
Mamaní.- Pero ¡Liquín!
Liquín.- ¡Zur… digo, Don Delfor! Tanto tiempo.
Mamaní.-¿Cómo anda todo?
Liquín.- No me puedo quejar.
Mamaní.- ¿Y el quiosco?
Liquín.- Lo vendí. Ez que no me daba tiempo.
Mamaní.-Sí. Yo también estoy muy ocupado.
Silencio
Liquín.- ¿Y zuz cozaz? ¿En qué anda ahora?
Mamaní.- Ahí estoy. En el ministerio. Al final me dieron categoría 23 ¿Y usted?
Liquín.- Tengo un carguito en la legizladura.
Mamaní.- Eh, ¿en la legisladura? Importante.
Liquin.- Zí. Maz o menos.
Silencio
Mamaní.-Estoy de novio. Con la Karina Ester.
Liquín.- ¡Eh, don Mamaní! ¡Lo felizito! ¿Qué tal? Hermoza mujer.
Mamaní.-Sí.
Silencio
Mamaní.-Creo que me gustaba más antes, cuando no me daba bolilla. Además ¿Sabe una cosa? Vi su documento y no es Carina con k. Es con C, nomás.
Liquín.- Ez que ud. Ez un romántico, Don Delfor.
Silencio.
Mamaní.- Liquín… a Ud. A veces ¿No le dan ganas de…?
Liquín.- No lo diga, don Mamaní.
Mamaní.-Yo quisiera volver, como Suriman. ¿Me entiende?
Liquín.- ¡zhhh! Laz paredes oyen, don Delfor.
Mamaní.-Estamos en un parque, ayudante.
Liquín.- No me diga ayudante, don Delfor.
Mamaní.-¿ No le dan ganas de volver? ¿Sabe que pienso, ayudante? Que todos en el fondo tenemos algo de superhéroes. Pero no sé qué pasa, poco a poco nos volvemos indiferentes, egoístas, y al final ya no nos interesa nada. Ni siquiera nosotros mismos. Ahora estoy seguro de que o fue un rayo lo que me convirtió en Suriman. Capá que sí fue una tormenta, pero una tormenta de adentro. De acá (Se toca el pecho) que explotó porque ya no podía más de tanta porquería.
Liquín.- No me comprometa, don Delfor. Ya me compré una motito y el diputado Zánchez me ha prometido que…
Mamaní.-¿El diputado Sánchez? Ah…¿ Ya lo soltaron?
Silencio
Mamaní.-¿Se acuerda de los experimentos en el suricaño?
Liquín.-¡Qué barbaro! Terminamo todo lleno de harina.
Mamaní.-Pero funcionó ¿no es cierto, Liquín?
Liquín.- Zierto. Lo hicimos recagar al Familiar.
(Lo palmea con fuerza y el maletín de Suriman se abre y cae el suriplumero. Entonces se miran significativamente, Suriman lo guarda rápido)
Mamaní.-¿No se anima a volver, Liquín? (Liquín se aparta, Mamaní lo mira) Capá que tenga razón, ayudante. (Levanta su portafolios) Adiós, Liquín (va a salir).
Liquín.- Dondequiera que impere la maldá y la corrucción, donde haya un pobre que sufra la injusticia, y la opresión oprima y la porquería acongoje al pueblo acongojado… allí estará…
Mamaní.-¡Suriman! (Se encuentran y se abrazan) ¿Esta noche en el suricaño, ayudante?
Liquín.- Como siempre, jefe. (Se escucha un popurrí de músicas de héroes conocidos. Mamaní y Liquín hacen poses heroicas. Pasa una de las chicas con un cartel que dice: FIN)

APAGÓN FINAL