PAPÁ
QUERIDO
AIDA
BORTNIK
En
teatro Abierto 1981
REPARTO
Electra
-------------------------Beatriz Matar
Carlos---------------------------Arturo
Bonin
Clara-----------------------------Mirtha
Busnelli
José------------------------------Miguel
Terni
ASISTENTE
Silvia
Kalfaian
MÚSICO
Rolando
Mañanes
DIRECTOR
Luis
Agustoni
Una cama chica, antigua,
barata, desvencijada, prolijamente tendida. Un ropero chico, antiguo y
desvencijado. Un escritorio absurdo: por un lado con paratas impresionantes,
por el otro sostenido con ladrillos y libros. Libros por el suelo. Revistas y
diarios apilados. Un fichero de oficina. Sobre el escritorio una máquina de
escribir muy, muy antigua.
Clara está doblando y apilando
la ropa que estaba suelta con enorme cuidado y con evidente práctica.
Carlos está revisando el
escritorio, pero como entreteniéndose con cualquier cosa, como si tuviera miedo
de profundizar la investigación.
Electra revisa los libros, mira
los subrayados y las anotaciones. Sonríe de pronto.
CARLOS.- ¡Viejo e mierda!
Las dos se dan vuelta a
mirarlo, sorprendidas. Electra ha oído perfectamente, pero Clara no está
segura. Se miran entre sí. Carlos se levanta y se pasea, con las manos en los
bolsillos y comienza un silbidito. Se encuentra con la mirada reprobatoria de
Clara. Se calla.
Clara abre con enorme cuidado
el ropero. Parece sorprendida. Avanza un paso y hunde la nariz entre la ropa
colgada. Se vuelve a ellos.
CLARA.- La ropa…tiene su olor…El mismo olor que cuando me
llevaba en brazos…
Los otros dos la miran. Pausa.
CARLOS (Riéndose de pronto).- ¡Viejo e mierda!
CLARA.- Por favor… le pido por favor… no me gustan esas
cosas…No sé qué relación tendría usted con él… pero yo lo quería mucho…
CARLOS.- ¡Era un viejo de mierda! (Extiende
los brazos como para pararla) No hablo de tu papito, el que te llevaba en brazos… hablo del mío…
¿O.K.?
CLARA.- Pero si es lo mismo…
CARLOS.- No es lo mismo… no es lo mismo…
ELECTRA.- ¿No podrías dejar de molestarla?
CARLOS (la mira un momento. Sonríe).-Voy a tratar…
Pausa. Las dos mujeres
reinician su tarea.
CARLOS.- ¿Cuántos más aparecerán?...
ELECTRA.- ¿Cuántos más?
CARLOS.- Hijos… cuántos otros hermanitos nos aparecerán,
digo… ¿vos tenés idea de cuántos somos?...
ELECTRA.- No.
CARLOS.- Algún número entre 10 y 100, seguro… (Se ríe)
y debemos tener
hermanitos coloreados, también… porque el viejo viajaba. Era lo que más hacía,
además de preñar minas…
CLARA.- ¡Por favor!
CARLOS.- Bueno, tenemos una hermanita puritana…
ELECTRA.- Decíme, ¿vos para qué viniste?
CARLOS (se queda quito. Sorprendido. Intenta una de sus
risitas).- ¡Buena
pregunta! Ves, ¡esa sí que es una buena pregunta! Pero cierto que vos sos
periodista, ¿no? Como tu papito… Te puso bien el sello, el viejo ¿eh? Por algo
te puso Electra… ¡Mirá que se necesita ser degenerado para ponerle Electra a la
hija!...
ELECTRA.- Y a vos ¿cómo te puso?
CARLOS (Se encoje de hombros. Molesto).-Carlos.
ELECTRA.- ¡Vamos!... Carlos y ¿qué más?...
CARLOS (sonrisita).- Germinal, naturalmente, ¿qué querías que me pusiera el
viejo con sus ideas?
ELECTRA.-Y firmás Carlos G…
CARLOS.- No, si querés me pongo un cartel en la frente que
diga que mi papito era muy revolucionario…
CLARA (Principista).- No es ninguna vergüenza…
CARLOS.- ¿No?
CLARA.- Yo estoy orgullosa de él…
CARLOS.- Sí, sí…Se te nota…Les tendría que haber puesto
Electra a todas…
Carlos se pasea. Se enfrenta al
fichero. Lo abre. Lo observa al descuido, Electra lo observa.
ELECTRA.- No había visto ese fichero… ¿Qué hay?
CARLOS (se encoje de hombros).-Supongo que estaremos nosotros…Los
100 hijos quiero decir…Para acordarse… (Las mira. Se le ocurre de
pronto) ¿A ustedes
también les escribía?...
ELECTRA.- Siempre…
CLARA.- Yo guardo todas sus cartas…
CARLOS (curioso).- Una vez por semana hasta los 18 años…
¿Una vez por mes desde los 18?
CLARA (asombrada).- ¿A usted también?
CARLOS (se ríe).- ¡Qué idiota! ¡Mirá si seré idiota! Recién se me ocurre,
¡Claro!...Nos debía escribir a todos… Esas cartas largas y llenas de moralina
barata…
CLARA.-Escribía cartas preciosas…
CARLOS.- Mirálo qué organizado, el viejo… ¡miralo qué
organizado!
ELECTRA.- Vos creías que eras hijo único, hasta que llegaste
aquí…
CARLOS.- Mirá hermanita…
ELECTRA.- Y después quisiste creer que por lo menos, eras el
único varón, por eso lo trataste tan mal a ese pobre… Y ahora te enterás de que
tampoco eras el único al que le escribía…
CARLOS.- ¡Vamos! Si hace años, ¿me entendés? ¿Me oís bien?
Años… casi 10 años que no le contestaba…
ELECTRA.- Y él te seguía escribiendo…
CARLOS (se encoge de hombros).- Si le daba lo mismo… ¿Acaso me
escribía a mí? ¡Le escribía a la posteridad, hermanita! (se ilumina) ¿Y sabés
qué? ¿Sabés qué creo? Debía escribir con carbónico… No. Qué carbónico… debía
tener una fotocopiadora… Nos debía mandar la misma carta a todos… No hay fotocopiadora
por acá… Busquemos, hermanitas, busquemos… yo les apuesto que encontramos una
fotocopiadora…
CLARA.- ¿Por qué dice todo eso? A mí me escribiría sobre mis
cosas… Eran cartas… completamente personales…
CARLOS.- ¡Vamos! ¿Y no te citaba a los grandes pensadores de
la humanidad? ¿No te hablaba de la libertad del hombre… No te decía de la
independencia del espíritu era el orden natural y debía oponerse al yugo del
Estado?...
CLARA.- Siempre tuvo sus ideas, pero a mí hasta me preguntaba
por el perro… por Caos… a mí me regaló un perrito…
CARLOS (riéndose).- ¿Y le puso Caos?
CLARA (temiendo preguntar).- ¿A mí me lo regaló cuando cumplí 6
años?...
ELECTRA.- A mí nunca me regaló un perro…
CARLOS (riéndose todavía).- Ah, no… no te preocupes… a mí tampoco, a mí tampoco…
Debíamos entrar en distintas clasificaciones… Por ahí hubo 10 a los que le
regalaba un perro, 10 a los que le regalaba un microscopio…
ELECTRA.- A mí nunca me regaló un microscopio…
CARLOS.- No, dejáme que lo piense… A vos te regaló biografías
de grandes revolucionarios… seguro…
ELECTRA.- ¿Y qué?
CARLOS (Sorprendido a pesar suyo).- ¡Pero te das cuenta, el viejo e
mierda!
ELECTRA.- ¡Acabála!
CARLOS.- No, pero oíme, oíme… Vos sos inteligente… ¿No te das
cuenta? A ella un perrito… a esta tierna ama de casa… a mí un microscopio y soy
médico… Y a vos… ¿entendés? Nos programó, ¡ese viejo de mierda! ¡Nos programó!
ELECTRA.- ¿No es lo que hacen todos los padres con sus hijos?
CARLOS.- ¿Y vos te creés que a todos le sale tan perfecto?
ELECTRA.- Todos no son tan inteligentes como para apostar a
lo que realmente somos…
CARLOS.- Ah, sí, eso es cierto: ¡él era muy inteligente!...
¡Muy inteligente! ¡Mirá para lo que le sirvió!
ELECTRA.- ¿Vos querés decir que no tenía plata?
CLARA.- A él no le importaba la plata…
CARLOS.-Vamos. Electrita… que una cosa en no tener plata… y
otra terminar en este pueblucho miserable, solo como un perro… y pegándose un
tiro en la cabeza…
CLARA.- El señor que me llamó a mí… dijo que podía haber sido
un accidente…
CARLOS.- ¿Y vos se lo creíste?
CLARA (le cuesta).- No… porque si dejó dicho a quiénes había que llamar… si
dicen que dejó escrito… (Pausa) pero si estaba tan enfermo… a él no le gustaba tener que
depender de nadie… Dicen que apenas podía caminar… Y a él le gustaba tanto
caminar… (Pausa) Yo iba a venir… tantas veces estuve por venir… Y siempre pasaba algo… Y
él, cada tanto, decía que a lo mejor se hacía un viaje y nos visitaba… Nunca me
voy a perdonar… nunca me voy a perdonar no haber venido…
Pausa.
ELECTRA.- Tenía muchos amigos, aquí… Jugaba al ajedrez,
jugaba al truco… No debía estar muy solo…
CLARA.- No, si él se hacía querer… El señor que me llamó a
mí… lloraba… apenas podía hablar de lo mucho que lloraba…
Pausa.
Carlos cierra de un golpe el
cajón que había abierto en el fichero.
CARLOS.- Bueno, ha sido una experiencia realmente
interesante… encontrarse con unas hermanitas como ustedes… y seguramente
todavía se va a poner más interesante cuando lleguen los otros noventa y seis…
pero yo me voy…
CLARA.- ¿Pero no va a esperar el velatorio, el entierro?...
CARLOS.- La policía puede entregar el cadáver recién mañana…
y yo tengo mucho que hacer…
CLARA.- Pero lo tiene que esperar a José… él va a traer… ese
señor dijo que le iba a dar también algo que había dejado para los hijos…
CARLOS (risita).- La herencia… se la pueden repartir ustedes… bah… ustedes y
los otros… yo no quiero nada… pueden quedarse con mi uno por ciento… no voy a
reclamar…
ELECTRA.- A lo mejor no somos más que nosotros cuatro…
CARLOS.- No te hagas ilusiones, Electrita…
ELECTRA.- Te da lo mismo, ¿no es cierto? Cuatro o cien…
No le podés perdonar no haber
sido el único…
CARLOS.- Hacéme el favor… no me gusta el psicoanálisis caro,
imagináte el regalado… Hace muchos años que no me importa nada de ese viejo de
mierda…
ELECTRA (grita casi).- ¿Y entonces por qué viniste?
CARLOS.- ¡Y a vos qué te importa! ¿Quién te conoce? ¡Por qué
te tengo que dar explicaciones!
Aparece José con una gran caja.
Se detiene, sorprendido por los gritos.
JOSÉ.- ¿Qué pasa?
ELECTRA.- El hermanito médico, que se va…
JOSÉ.- ¿Cómo se va a ir?... Dentro de dos horas lo llevan a
la funeraria… ya arreglé todo… Y aquí está esto que dejó para nosotros… (Sonríe) Pesa un poco… Bueno, no tanto, pero
como vine casi corriendo… Vieran la cantidad de gente que está esperando… Es
impresionante… Todo el pueblo, prácticamente…
ELECTRA.- Yo sabía…
CARLOS.- Un demagogo… eso es lo que era…
Clara se acerca a la caja. La
mira con cuidado. Se agacha y lee:
CLARA.- Para entregar a mis hijos. (Se
incorpora. Los mira)
ELECTRA.- Bueno, hay que abrirlo…
CARLOS (sonriente).- ¿Sin esperar a los otros?
JOSÉ.- ¿Qué otros?
ELECTRA.- Él me dice que debe haber más…
JOSÉ (No entiende).- ¿Más qué? No… el señor dijo que esto era todo lo que había
dejado…
CARLOS.- Más hermanos… más hijos de tu papito, digo… ¿por qué
creés que no vamos a ser nada más que nosotros cuatro? ¿Por qué no 20 o 65 o
100?
JOSÉ (Sonrisa sorprendida).- Bueno, cien no creo, no… Pero
tiene razón… por ahí… somos más… Y bueno, yo, como ustedes quieran… Yo, por mí,
claro… espero… Si les parece, esperamos a que llegue alguien más… (Los
mira a todos) Es
emocionante, ¿eh? Lástima que él no esté… ¡Cómo le gustaría vernos juntos! (se
pasea un poco) Mirá la
cantidad de libros… (Advierte) No son para nosotros los libros ¿eh? Bah, el señor dijo que
si nos queríamos llevar alguno en especial… de recuerdo… pero que dejó todo
para la biblioteca… y las revistas…. Y su fichero… todo esto lo dejó para la
gente de aquí… Lo nuestro está ahí… (Se acerca a la máquina) Miren la máquina… ¡qué vejestorio!...
No la quería cambiar, ¿eh? ¡Estaba encariñado con su máquina! Saltaba la R… y
las mayúsculas siempre las marcaba fuera de la línea…
CARLOS.- ¿A vos también te escribía seguido?...
JOSÉ.- Siempre… me escribió siempre… Lindas cartas escribía,
¿no? Era un viejo bastante extraordinario… Mis hermanos me lo envidiaban un
poco…
(Electra ha ido acercándose a
la caja. Finalmente está arrodillada al lado)
ELECTRA.- Yo quiero abrirlo…
CLARA.- Pero a lo mejor… él tiene razón… y después alguien se
ofende.
ELECTRA.- Yo quiero abrirlo… No nos vamos a quedar con nada
de nadie… pero estoy segura de que adentro debe decir cómo repartirlo, para
quién es, lo que sea… ¡Abrámoslo!...
CARLOS.- Por mí, hagan lo que quieran…
(Electra comienza a
desenvolverlo, ayudada por José. Adentro hay cinco voluminosas carpetas de
archivo…)
ELECTRA (Lee en la cubierta de la primera que saca).- Minerva…
CLARA.- Esa soy yo… Clara Minerva…
(José se la alcanza. Clara la
mira por fuera. No se atreve a abrirla)
ELECTRA (sigue).- Ateo.
JOSÉ (Sonriente).- Yo… él me quería poner Ateo, no lo dejaron, pero
siempre me llamaba así…
ELECTRA (Tendiéndosela a Carlos).- Germinal…
JOSÉ (Sonriente).- Vos sos Germinal… ¿Y te anotaron así?...
CARLOS.- Sí, me anotaron así…
ELECTRA (Se ha quedado mirando una carpeta).- Esta dice Amanecer… (Se
miran. Ella lo aparta. Saca la última). Electra… ésta es para mí…
JOSÉ.- Entonces somos cinco… con amanecer…
CLARA.- ¿Es nombre de mujer o de hombre?
(José se encoje de hombros)
ELECTRA.- Puede ser… cualquiera de los dos…
(Pausa)
JOSÉ (a Electra).- Vos tenías razón, eh? Él lo dejó todo bien organizado.
CLARA.- Me da una impresión abrirla… Pero yo creo que sé qué
es…
JOSÉ (Entusiasmado).- A ver… ¿qué? Qué creen ustedes… Esperen, no lo
abramos… a ver si adivinamos qué es…
CLARA.- Él estaba escribiendo un libro… ¿Les contó? A mí en
las cartas me hablaba del libro…
ELECTRA.- “Las revoluciones en la historia de las sociedades”
CLARA.- Ese…
ELECTRA.- No, no creo que sea eso…
JOSÉ.- Yo creo que son sus poesías…
CARLOS.- Lo que faltaba…
ELECTRA.- No… yo creo que deben ser sus recuerdos… La
historia de la familia… El abuelo que fabricaba plata en la cárcel… y el que
contrabandeaba caballos… Yo siempre le pedía que juntara todas esas historias
en un libro… Yo creo que estaba trabajando en eso, los últimos años…
(Carlos empieza a reírse. Todos
lo miran incómodos)
CARLOS.- Grandes obras esperan del papito… todos… todos se
creyeron el mito… y yo les digo que no… ¿Saben que hay aquí? ¡Estoy tan seguro,
tan seguro!
ELECTRA.- Dejá de reírte, vamos, que no divertís a nadie.
¿Qué es lo que nos dejó, según vos?
CARLOS.- ¿La herencia de nuestro papito?... Son las cartas…
Las cartas que nos mandó todos estos años--- otra copia de las mismas cartas…
una por una… Esa es la gran obra del viejo: las cartas con las que nos llenó la
cabeza y nos jorobó la vida. Sus cartas llenas de grandes palabras y grandes
sentimientos… con mucha libertad y conciencia y honor y dignidad y solidaridad
y todo su maravilloso vocabulario del siglo pasado… Las cartas exaltadoras que
hacían que uno se sintiera heroico y especial solamente por recibirlas… hasta
que uno empezaba a sentirse incómodo y después acusado y después un verdadero
gusano inmundo porque uno no se merecía toda esa maravilla que era su padre…
CLARA (Desconcertada. Herida).- Yo no me sentía así…
ELECTRA.- Hablá por vos…
JOSÉ.- El viejo no era así… no sacaba copias… ¿cómo iba a
sacar copias? Yo, igual, las guardaba todas… A mí me gustaba volver a leerlas.
(Pausa)
(Carlos ha estado desatando la
carpeta violenta y febrilmente. Hasta que finalmente lo logra. Tiene una
sonrisa crispada y segura que se le borra en cuanto la abre y comienza
lentamente a hojearla. Se da vuelta de espaldas a los otros dos. Se queda muy
quieto. José y Electra que lo estaban mirando se miran entre sí. Comienzan
lentamente a abrir las suyas. Clara ha comenzado al mismo tiempo que Carlos y
recién lo logra)
CLARA (Sorprendida. Emocionada. Contenta).- Mis cartas… son mis cartas… Están
ordenadas… una sobre otra… sí… desde los dibujos que mandaba mamá… Están todas…
guardó todas mis cartas… Yo guardaba las de él… pero las mías eran… no eran
como las suyas… y él las guardaba… Nunca me lo hubiera imaginado…
ELECTRA.- Sí, desde la primera, están todas…
JOSÉ.- Nos dejó nuestras cartas… (A
Carlos) ¿A vos también?
Yo tampoco pensé que las guardaba… ¿Él también las volvería a leer? No creo…
nunca tenía tiempo para nada… Pero es, es una idea que debe haber tenido…
porque nos quería… para que viéramos que nos quería… (A
Electra) ¿No es cierto?
ELECTRA.- Sí.
CLARA.- A mí me hubiera gustado que escribiera un libro… Se
lo hubiéramos hecho publicar… pero José tiene razón… ¿No es cierto?
(Pausa. Los cuatro están enfrascados en la
lectura de sus cartas. Clara tiene de pronto un estallido de risitas y se tapa
la boca)
CLARA (los mira, como disculpándose).- ¡Ay, qué tonta! ¡Una dice cada cosa
cuando es chica! Le decía que me iba a casar con él… mi nena mayor le dice eso
a mi marido… pero yo no me acordaba…
JOSÉ (La ha estado escuchando con una sonrisa).- Yo le dibujaba historietas… le
contaba todo, en historietas… (Se ríe mirando su carpeta). Dibujaba a mi hermana chiquita para
que la conociera… (Pausa). Y él me empezó a mandar libros de arte… Debían ser carísimos…
(Sonríe)
Decía que los expropiaba…
(Casi
desafiante. De pronto. Mirándolos) Yo también fui expropiado… un tiempo… (Electra
lo mira José le sonríe) Hace
mucho, ahora soy, casi casi, lo que el viejo llamaría un chancho burgués.
(Siguen pasando las hojas.
Electra no se ha detenido en las primeras cartas. Está por el medio de su
carpeta cuando la cierra de pronto y se queda mirando al techo. Como si tratara
de contener las lágrimas. Carlos respira agitadamente y cierra su carpeta
bruscamente. Se da vuelta a mirarlos. Parece haber recibido un golpe. Está
herido y desconcertado. Pero sobre todo mucho más furioso que antes)
CARLOS (resoplando y riéndose falsamente).- ¡Linda idea! ¡Preciosa idea!
¡Solamente a él se le podía ocurrir!
(José y Clara lo miran
asombrados. Electra prefiere no mirarlo)
CARLOS.- Vos sabés ¿no es cierto? Vos sabés lo que nos hizo…
(Electra se levanta. Busca su
saco. Se lo pone)
CARLOS.- ¿No se dan cuenta?
JOSÉ.-Mire, yo no sé qué problema habrá tenido usted con él…
pero delante nuestro… no lo insulte…
CLARA.- Yo ya se lo dije…
ELECTRA.- Tendríamos que ir ya… tendríamos que estar allí…
CARLOS.- Vos sabés, ¿no es cierto? ¡Vos sabés por qué lo
hizo?
ELECTRA.- ¿Qué vamos a hacer con la carpeta de Amanecer?
CLARA.- Podríamos mirar adentro, la dirección nada más… la
última dirección… y mandársela, ¿no? A lo mejor no pudo venir por algo.
JOSÉ (A Carlos).- A mí me gustaría que me contara qué es eso que nos hizo…
puede ser que Electra lo entienda… pero yo soy más lento… Me gustaría que me
contara…
CARLOS.- Decime, ¿Qué le escribías vos?... ¿Qué le
contestabas a esas cartas maravillosas?...
JOSÉ.- Y… le contestaba… lo que sentía…
CARLOS.- Eso, lo que sentías… Cuando eras chico… Y cuando
eras un adolescente… y cuando eras un joven… Eso le contestábamos, lo que
sentíamos cuando él nos inspiraba tanta admiración y tanto respeto…
JOSÉ.- Yo todavía lo sigo admirando y respetando…
CARLOS.- Pero, ¿qué le prometías en esas cartas?...
ELECTRA.- Dejálo, por favor, para qué haces eso… ¿no podés
dejarlos tranquilos?
JOSÉ.- Si usted me está defendiendo de algo, yo se lo
agradezco… pero nuestro padre me enseñó que era yo el que tenía que defender a
las mujeres… Déjelo que hable, yo también me quiero enterar… ¿Qué le prometía?
CARLOS.- Sí, qué le prometías a él… ¿Y qué te prometías a vos
mismo? ¿Cómo apostabas por tu futuro, qué cosas decías que ibas a defender
siempre? ¿Qué cosas decías que no ibas a ser nunca?...
CLARA.- ¿Qué tiene de malo lo que uno escribía cuando era
chico?
CARLOS (sigue con José).- ¿Te acordás?... ¿Te acordás qué hombre le prometías
a ese padre maravilloso?
(José asiente)
CARLOS.- ¿Y sos, ese hombre?
(Pausa)
ELECTRA.- Nadie es ese hombre…
CARLOS.- Tratá de leer esas cartas ahora, tratá de leerlas
sin sentirte como un gusano.
JOSÉ.- No tengo por qué sentirme como un gusano…
CARLOS.- ¿No? ¿Nunca dejaste de ser el hombre que creías que
ibas a ser cuando tenías 17 años?
ELECTRA.- Nadie es ese hombre…
CARLOS.- ¡Ese viejo de mierda era ese hombre!
ELECTRA.- ¿Eso creías?... ¿Justamente vos?... Claro por eso
lo odiás tanto… No, tampoco él… por lo menos no del todo… seguramente tampoco
él… Pero a lo mejor ésa era la idea… A lo mejor un día se puso a pensar… en
cómo se había traicionado… y quiso advertirnos…
CARLOS.- ¿Advertirnos? Se tendría que haber muerto antes… Yo
tengo 45 años…
ELECTRA.- A lo mejor se le ocurrió hace muy poco… A lo mejor
se le ocurrió justamente antes de matarse…
JOSÉ (ha estado totalmente abstraído).- Es una herencia rara… ¿no? La
verdad que es una herencia rara…
CLARA (Ha estado ojeando su carpeta).- Yo creo que José tenía razón, yo
creo que lo hizo porque nos quería… yo creo que quiere decir eso.
ELECTRA.- ¿Por qué no? También quiere decir eso… (Se
pone a llorar)
(Pausa)
(Sin moverse de su sitio la luz
baja o cambia. Comienzan y terminan a coro, el texto que recitan entre todos
alternadamente: )
“Querido papá: ayer recibí tu carta y estuve pensando toda la
noche en lo que me escribiste. Y quiero decirte que tengo tanto orgullo porque
sos mi padre, que sé que nunca voy a olvidarme de las promesas que te he hecho,
de las promesas que hice sobre mi propia vida: de vos he aprendido que cada uno
es responsable por toda la libertad, por toda la solidaridad, por toda la
dignidad, por toda la justicia y por toda el amor en el mundo. Y que a esta
responsabilidad no se puede renunciar ni durante un solo minuto de nuestra vida
y que nadie puede cargarla por nosotros si queremos ser libres… Y yo te
prometo, papá, que voy a ser capaz de recordar todo esto hasta que me muera y
que nunca, nunca, voy a traicionarte o traicionarme… Lo único que quiero es crecer,
crecer rápido, para convertirme en el ser humano que vos me enseñaste a ser, en
alguien libre, solidario y orgulloso, que defiende sus ideas y no se inclina
ante nadie, en alguien como vos, Papá querido…”
Oscuridad.
la verdad no entendi, si alguien me lo explica se lo agradecería de todo corazón...o al menos 1/4.
ResponderEliminarme explican lo último, es para un tp xd
ResponderEliminarQuizas le sirva mejor verla .Esta completa en you tube filmada para TV https://www.youtube.com/watch?v=93SLfBgnh08&t=926s&ab_channel=Televisi%C3%B3nP%C3%BAblica
ResponderEliminarQuien es Amanecer alguien me puede decir quien es
ResponderEliminarEstoy re mil deskiced, por ende le tenemos que sumar +0,75 de ricura aprox, como pa pijia digamo no? En otra secuens astral, siempre le dije Nugatone y no Nugaton, NO SENSE AJDJSJJAJA
ResponderEliminarHola
ResponderEliminar